Por Lilia Arellano
Estado de los ESTADOS
Perredistas mendigan las migajas
Cobra víctima rapacidad de Mouriño
Desmenuzan transacciones ventajosas
Romero Deschamps fontanero intocable
“La diferencia entre un esclavo y un ciudadano es que el ciudadano puede preguntarse por su vida y cambiarla”.
Alejandro Gándara
El ejemplo más claro de cómo “la sociedad política” se beneficia del ejercicio del poder lo encontramos precisamente en el actual secretario ilegítimo de Gobernación, Juan Camilo Mouriño (d). (UNIVERSAL)
Las pandillas políticas del PAN y del PRI se aprestan a obtener sustanciosas tajadas del gran pastel en que han convertido el proceso legislativo para sacar adelante a la mayor brevedad la reforma energética, en la que las iniciativas de Felipe Calderón y la propuesta priísta “tienen más coincidencias que divergencias”, banquete al que se pretende sumar, aunque sea para recoger las sobras, la “izquierda moderna y progresista” del PRD que domina el grupo de “los chuchos”. El ejemplo más claro de cómo “la sociedad política” se beneficia del ejercicio del poder lo encontramos precisamente en el actual secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, cuya actuación como legislador y funcionario federal la ha encaminado a beneficiar económicamente a las empresas de su familia y a su propio enriquecimiento personal.
El multimillonario negocio que representará la “reforma energética negociada” entre las dirigencias nacionales del PRI y del PAN y el Gobierno federal y a la que se espera se sume el ala de Nueva Izquierda del PRD, beneficiará directamente a los integrantes de las cúpulas de las tres principales fuerzas políticas del país, tal y como ha beneficiado a la familia del número 2 de la administración de Felipe Calderón, Juan Camilo Mouriño, quien ha colocado a las empresas de su propiedad, y en las que tiene participación, en una situación privilegiada que en tan sólo unos años les ha permitido a los Mouriño Terrazo pasar de ser una familia con problemas económicos a ser ahora un clan con una fortuna extraordinaria, en cuya formación hay una espesa suciedad generada por el tráfico de influencias y el rompimiento impune de la legislación mexicana.
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