José Agustín Ortiz Pinchetti
■ Nuestra democracia: camino accidentado
Para entender por qué nuestra democracia está atascada y en peligro, recordemos lo esencial: el sistema presidencialista fluyó 50 años con estabilidad política y crecimiento. En 1982 sus contradicciones produjeron un colapso financiero y el crecimiento se interrumpió. Una nueva generación de políticos conservadores tomó el mando e impuso un proyecto económico que a su vez les imponían los conservadores estadunidenses. Como era lógico esto despertó resistencia y una insólita rebelión cívica que empezó en el norte, en los reductos panistas hacia 1985. El PRI perdió control sobre la sociedad. En 1986 sólo con un fraude pudo impedir que los panistas ganaran en Chihuahua. Se provocó una división en el partido oficial. Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y sus compañeros retaron al sistema en 1988 y el gobierno debió organizar otro fraude para derrotarlos.
Más allá de los partidos, grupos ciudadanos, que Gabriel Zaid llamó “maderistas”, empezamos a exigir la reforma democrática. Organizamos observaciones de elecciones reñidas y denunciamos irregularidades. Poco a poco se creó una corriente de opinión nueva y poderosa en favor de la modernización política.
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