En febrero pasado CNNExpansión publicó en su espacio de columna invitada un artículo escrito por el gobernador del Banco de México, en el que compara la crisis de 1994-95 de México, con la actual. Dice, para abrir boca, que esta crisis fue adquirida "por contagio". En cualquier análisis se valen las metáforas, que pueden, por las analogías implícitas, aportar algún grado de explicación; pero cuando la metáfora se desboca y se sale de madre, resulta una caricatura que puede llegar a la ridiculez.
La crisis del país no fue un contagio. La crisis no llegó de afuera, porque afuera no existe. La total imbricación de la economía mexicana con la de Estados Unidos ha sido forjada a lo largo de muchas décadas, pero no podemos dejar de reconocer el éxito de los gobiernos de Salinas, Zedillo, Fox y Calderón, que alcanzaron los más oscuros abisales, con los ojos cerrados, y sin brújula, ideas muy poco claras del punto de zarpe donde nos hallábamos al final del desierto de De la Madrid, y sin haber definido punto alguno de arribo.
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