miércoles, 26 de agosto de 2009

Dinero
  • Terroristas de ayer, aterrados de hoy
  • Andrés Iglesias Baillet
  • Salado, el primer intento del Discovery
Enrique Galván Ochoa

Ayer hubo dos pronunciamientos que podrían servir como coordenadas para ubicar dónde nos encontramos hoy, considerando la velocidad y profundidad del desplome de la economía y la seguridad: "El riesgo de estallido social siempre está latente cuando el pueblo llega a desesperarse de su situación, pero de alguna manera, esto ya está repercutiendo en el ambiente de criminalidad y de violencia", dijo el obispo de Nuevo Laredo, Tamaulipas, Gustavo Rodríguez Vega, presidente de la Comisión Episcopal para Pastoral Social. Y agregó: “… no se puede separar la crisis económica con la crisis de criminalidad y violencia que estamos viviendo en el país. Están íntimamente relacionadas”. ¿Cómo rebatirlo si aquella frontera, otrora próspera, padece los efectos de uno de los mayores índices de violencia y empobrecimiento de la República?
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México SA
  • Deslinde de la clase política y sindical por la ínfima calidad educativa
  • México, el 30 de la lista de 30 de la OCDE en el rubro
Carlos Fernández-Vega

De la ínfima calidad educativa que registra el país, que lo ubica en el último lugar de las naciones integrantes de la OCDE (escalón 30, de 30 posibles) no es responsable la Secretaría de Educación Pública (Lujambio dixit), ni el SNTE (Elba Esther ídem). Mucho menos el gobierno federal, para el cual “la educación "es una alta prioridad" (Calderón ibídem) y por lo mismo le recorta el presupuesto, de tal suerte que no queda otro recurso que pasar la factura a los alumnos por tan lamentable situación.
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Gritos, rumores y crisis

Luis Linares Zapata

Mientras avanza la crisis devorando el bienestar y los horizontes de las mayorías, el señor Calderón redobla discursos y retaca tiempos en los medios con una que otra frase e imagen entresacada de los mismos. La angustia por encontrar el fondo a la caída se presenta como la última seguridad a desentrañar. Y en esas interrogantes sin aparente respuesta van quedando jirones enteros de su ya muy escasa credibilidad. En medio de este proceso malformado, el señor Carstens, que debía ser protagonista obligado, se extingue y su permanencia en la Secretaria de Hacienda es sujeto de especulaciones y pujas por doquier.
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