Primero fueron los apaches. Tan antiguos como los aztecas, pero mucho más aguerridos y feroces. Tanto que a los conquistadores les llevó tres siglos más someterlos. Y todo ese tiempo guerrearon a grito pelado contra los españoles y luego contra los mexicanos en Chihuahua, Durango, Coahuila y Sonora. Su furia era solamente comparable a la de sus primos, los comanches, famosos por sus fulgurantes embestidas a caballo. Unos y otros ejercían una violencia intermitente y letal: ataques a caravanas, asaltos a haciendas y ranchos y —leyó usted bien— secuestros de personas. |