domingo, 1 de agosto de 2010

Gaceta proletaria.
Gabriel Pantoja Cárdenas
López Obrador enarbola las banderas del pueblo

En el Zócalo de la ciudad de México DF, el 25 de Julio pasado, se llevó a cabo uno más de los actos politicos encabezados por el presidente legítimo Andrés Manuel López Obrador. Por el hecho de considerar que el contenido de su discurso es de enorme interés para los 15 millones de mexicanos que votaron por su programa en el 2006 y siguen manteniendo la fe en su conductor, igual que para el resto de la población ubicada en otras trincheras les será de utilidad al menos para la crítica al Proyecto Alternativo de Nación que enarbola este singular mexicano, es que me sirvo compartir con ustedes esta pieza oratoria, que desde mi punto de vista, es una aportación a la continuidad de la experiencia histórica del país.
Así empieza su discurso: ´´Amigas y amigos, como en otras ocasiones, pero ahora con mayor entusiasmo porque estamos viviendo tiempos de importantes definiciones, nos volvemos a congregar aquí, en el Zócalo, en la principal plaza pública del país. En esta asamblea, como ha quedado demostrado, participan ciudadanos de diversos sectores, clases sociales, culturas y de todo el territorio nacional. Hombres y mujeres, humanistas que con tesón y con trabajo, han logrado construir una organización nacional para transformar a México.
Hoy, también se ha dado a conocer el Proyecto Alternativo de Nación, elaborado por un grupo de especialistas e intelectuales de inobjetable honestidad y comprometidos con las mejores causas del pueblo y de la patria. Con orgullo podemos decir que ya tenemos una organización nacional y un proyecto para renovar la vida pública de México.
En estos últimos cuatro años, entre todos hemos emprendido la lucha por la transformación del país, pero sobre todo hemos aprendido a conocer mejor la realidad nacional y hemos llegado a la conclusión de que los graves y grandes problemas del país, se han originado por el predominio de una minoría rapaz que se ha venido apoderando de todo, sin que le importe el sufrimiento del pueblo y el destino de la nación.
Este grupo de 30 potentados es el responsable de la actual tragedia nacional y del estallido de odio, resentimiento, inseguridad y violencia que padecemos. Por su ambición desmedida, han provocado la ruina en las actividades productivas del campo y la ciudad, han obligado a los mexicanos a buscarse la vida en la economía informal, nos han convertido en el país que más mano de obra exporta al extranjero, han llevado a la pobreza y a la desesperación a millones de mexicanos, han cancelado el futuro de los jóvenes y a muchos los han empujado a tomar el camino de las conductas antisociales.
Otra consecuencia de la política antipopular y excluyente que sólo beneficia a los de arriba, es el hecho de que en los últimos tiempos, alrededor de 50 mil familias de clases medias y altas, sobre todo en los estados del norte, se han visto en la necesidad de irse a vivir a Estados Unidos ante la inseguridad y violencia que, lamentablemente, prevalece en casi todo el territorio nacional.
Para revertir esta decadencia y dar nueva viabilidad a la nación, no hay más remedio que llevar a cabo una renovación tajante en todos los órdenes de la vida pública. Y como es obvio, y lo hemos entendido muy bien todos los que estamos aquí y muchos otros, el cambio que se necesita no será promovido por las élites en el poder, sino tendrá que venir desde abajo y con la gente, porque en las actuales circunstancias sólo el pueblo puede salvar al pueblo, sólo el pueblo organizado puede salvar a la nación. La única salida que existe es derrotar a la oligarquía en el terreno político y de manera pacífica, para establecer una auténtica democracia, un gobierno del pueblo y para el pueblo. En eso estamos empeñados millones de mexicanos. Esa es la razón de nuestro movimiento.
Además, tenemos claro lo que se tiene que hacer para llevar a cabo la transformación del país. Una vez más, damos a conocer las decisiones que se tomarán y lo que haremos al triunfo de nuestro movimiento para lograr el renacimiento de México. En primer lugar, rescataremos a las instituciones y las pondremos al servicio del pueblo y de la nación. El Estado mexicano dejará de ser un simple comité al servicio de una minoría y habrá una nueva legalidad.
Actualmente, la justicia, como lo denunció Francisco I. Madero en la época porfirista, ´´en vez de impartir su protección al débil, sólo sirve para legalizar los despojos que comete el fuerte´´. No hay realmente un Estado de Derecho, es un estado de chueco. Los ministros de la Corte están al servicio de la mafia en el poder; casi todos ellos le deben su cargo a Salinas, a Fox, a Felipe Calderón o a Manlio Fabio Beltrones.
Esto tan solo explica su proceder en casos como el del incendio de la guardería ABC de Hermosillo, donde perdieron la vida 49 bebés, y se otorgó impunidad a los responsables; o en la resolución en contra de los trabajadores electricistas; o en la decisión de disminuir las pensiones de los jubilados; o en el hecho de hacerse de la vista gorda en las violaciones constitucionales para permitir la privatización de la industria eléctrica y del petróleo. Tal pareciera que estos jueces de consigna, siempre están prestos a escuchar en qué sentido quieren las resoluciones los potentados, para nada más encargarse de construir la justificación jurídica.
Por eso, para que se imparta justicia en beneficio del pueblo, promoveremos una reforma constitucional para elegir democráticamente a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Así era en la época de la República restaurada, así lo establecía la Constitución de 1857, para que las cosas marchen en el país, para que realmente haya legalidad, se tiene que lograr la independencia absoluta del Poder Judicial. Tenemos que convertir a la Suprema Corte en el faro de la ley.
También se democratizarán los medios de comunicación. Habrá competencia y se garantizará el derecho a la información. Es inaceptable que la televisión, la radio y la mayoría de los periódicos se concentren en unas cuantas manos y en vez de informar con amplitud, veracidad y profesionalismo, se utilicen como instrumentos para controlar y manipular al pueblo, y para proteger privilegios y hacer negocios al amparo del poder público.
Es una desfachatez que Televisa y Telefónica, empresa española de telecomunicaciones dirigida por Francisco Gil Díaz, quien fuera secretario de Hacienda de Fox, se estén quedando con la fibra óptica de la industria eléctrica nacional. ES decir, que hayan obtenido la concesión, por 20 años, de 21 mil kilómetros de fibra óptica, a cambio de 850 millones de pesos, cuando esa infraestructura se construyó con presupuesto público y costó 30 mil millones de pesos. También por influyentismo se les está entregando el espectro electromagnético para nuevos canales de radio y televisión. Siguen concentrando en unas cuantas manos todos los medios de comunicación.
Se recuperarán las riquezas y los bienes públicos que han sido concesionados ilegalmente, a través de acuerdos, reglamentos o leyes secundarias que, en ningún caso, pueden estar por encima del principio constitucional que señala el dominio directo de la nación sobre los recursos naturales del país. Este procedimiento, al llegar al Gobierno, lo vamos a aplicar en los casos de minería, la industria eléctrica y el petróleo.
Acabaremos con la corrupción imperante. Habrá un gobierno honesto y austero. Se reducirán a la mitad los sueldos de los altos funcionarios públicos y se terminarán el derroche y los privilegios de la alta burocracia.
En materia económica todos los esfuerzos se orientarán a impulsar la actividad productiva y la creación de empleos. Se rescatará al campo del abandono; se producirán en México los alimentos para dejar de importar lo que consumimos.
Se construirán –como aquí se dijo- tres grandes refinerías. Se cumplirá el objetivo de no vender un solo barril de petróleo crudo al extranjero para procesar aquí la materia prima y elaborar gasolinas y los productos petroquímicos. El sector energético será palanca del desarrollo nacional para crear empleos e industrializar al país, reduciendo el precio de las gasolinas, el diesel, el gas y la luz.
Se apoyará a las pequeñas y medianas empresas, industriales y comerciales, se apoyará a esas pequeñas y medianas empresas porque son las que más mano de obra generan. Se protegerán los recursos naturales; no se permitirán los monopolios; se promoverá una reforma fiscal progresiva, orientada no a aumentar impuestos ni a crear nuevos, sino a terminar con los privilegios fiscales de que gozan los potentados del país.
Por ejemplo, se terminará con el llamado régimen de consolidación fiscal que en la práctica exenta a las grandes corporaciones. Como aquí se dijo también, se cobrarán impuestos por las operaciones en la Bolsa y por la extracción de minerales. Aquí aprovecho para dar a conocer que, recientemente, los dos hombres más ricos de Estados Unidos, Bill Gates y Warren Buffet, están convocando a sus homólogos a destinar el 50 por ciento de sus fortunas a la filantropía. Inclusive, Buffet, que posee 45 mil millones de dólares, ha declarado que donará el 99 por ciento de su riqueza para acciones de caridad porque, según sus propias palabras, él y su familia podrían vivir con felicidad el resto de sus vidas, con el uno por ciento de lo que posee.
Así mismo, un grupo de 51 millonarios y multimillonarios alemanes acaba de dar a conocer que aportará 10 por ciento de sus fortunas, como impuesto a la riqueza, para que el gobierno de ese país cuente con más recursos y pueda atender las demandas sociales de los alemanes. Nosotros no le pediremos a los multimillonarios de México que donen parte de sus fortunas, sino simple y llanamente que paguen impuestos en la misma proporción que lo hacen sus pares en otros países, con lo cual se obtendrían alrededor de 300 mil millones de pesos. Este monto, junto con un ahorro de 200 mil millones de pesos por la aplicación de una política de austeridad republicana, nos permitiría tener recursos suficientes para reactivar la economía, generar empleos y garantizar el bienestar del pueblo.
Un objetivo fundamental del nuevo gobierno democrático, será establecer el Estado de bienestar; es decir, habrá pensión universal para todos los adultos mayores y para personas con discapacidad. Se otorgará atención médica y medicamentos gratuitos a toda la población, se va a garantizar lo que establece la Constitución, pero que hasta ahora es letra muerta, vamos a garantizar el derecho del pueblo a la salud.
Ningún joven será rechazado en escuelas preparatorias ni en universidades públicas; habrá becas para estudiantes de escasos recursos económicos; y se llevará a cabo un importante programa de mejoramiento, ampliación y construcción de vivienda.
Abro un paréntesis para aclarar, una vez más, que no estamos en contra de la iniciativa privada ni de los verdaderos empresarios. En el nuevo gobierno democrático se garantizarán las libertades y cada quien podrá dedicarse a la actividad que más le satisfaga y convenga. Pero, es obvio, todos tendremos que ceñirnos a la nueva legalidad y a reglas claras; se podrá hacer negocios pero no habrá influyentismo, corrupción ni impunidad; el presupuesto será realmente público; se le dará preferencia a los pobres; se cuidarán los recursos naturales; la riqueza de la nación y los frutos del trabajo de los mexicanos se distribuirán con justicia; pagarán más impuestos quienes más tienen. Y nunca más se permitirá que los privilegios de pocos se sustenten en la opresión y la miseria de muchos.´´ Hasta aquí llega la primera parte del discurso de AMLO en el Zócalo capitalino, de la asamblea informativa del 25 de julio. Sea usted partidario o no, es importante la lectura de este documento para que tenga elementos a la mano para que pueda compararlo con pronunciamientos de otros aspirantes a dirigir el destino de México

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