viernes, 3 de septiembre de 2010

Me rehúso a olvidar

Epigmenio Carlos Ibarra

Que, con motivo de sus respectivos informes de gobierno, se disputen la pantalla de tv Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Que, para amplificar ese ritual cortesano, saturen los diarios y la radio con anuncios, spots e inserciones pagadas.

Que ambos hagan exhibición pública de los éxitos de su gestión expresados en el típico rosario de cifras y de arengas patrióticas encendidas y de unidad, acrítica e incondicional, en torno a sus personas y respectivos proyectos políticos.

Que sus asesores lleven recuento puntual de las veces en que los próceres son interrumpidos por el aplauso de las élites que los rodean y se miren después en el espejo que, con nuestros impuestos, ha hecho de los medios masivos.

Que sean blanco también de la crítica y objeto del análisis que los desnuda, que los presentan más como fabuladores que como gobernantes o que disfruten, con los suyos, los elogios y alabanzas vertidos a granel.

Que hagan lo que les venga en gana en este festejo autocelebratorio, en esta competencia brutal por mejorar su “imagen pública”, su nivel de aceptación, su capital político a mí, con toda franqueza, me da lo mismo.

Ni una línea más de mi parte habrá de merecer, en este día, ninguno de los dos; el que se aferra a una silla que no ganó a la buena y el que pretende instalarse en ella llevándonos de regreso al pasado.

Tampoco he de escribir ni una línea del espectáculo masivo, que me parece indigno, ofensivo y lamentable, de este anacrónico besamanos que suplanta la obligación republicana de rendir cuentas a los ciudadanos a los que se gobierna y a los que se sirve.

Yo me rehúso a hacerles el juego, me rehúso a olvidar que hace apenas unos días, en este país, en mi país, fueron masacrados 72 migrantes de Centro y Sudamérica y que este hecho nos desnuda y nos exhibe.
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“Democracia plena y economía fuerte”

Pablo Gómez

La tesis central del Felipe Calderón en su “mensaje abusivo” de ayer es el de “democracia plena y economía fuerte” como realidades actuales de México. Esta idea del país es la que aleja a su autor del resto de la nación que gobierna. Nadie supondría que tal tesis es verdadera. Nadie podría decir que vivimos en una “democracia plena”, si acaso tal cosa existe hoy en alguna parte del mundo, ni que la nuestra es una “economía fuerte”. Sin embargo, así fue dicho en el más importante discurso de Calderón en el presente año.

Todo el “mensaje” —al parecer ya no existe el “informe”— está lleno de datos parciales y, algunas veces, falseados. Los diez puntos que el mismo Calderón se impuso hace un año son relacionados en el texto a través de comparaciones impertinentes con años y sexenios anteriores, de tal forma que se llega a afirmar que la economía del país está creciendo cuando que hacia finales de 2010 el producto será menor que el reportado en 2008: ¿puede hablarse de crecimiento económico? En cuanto a la pobreza, el mismo Calderón confirma que ésta ha crecido: ¿este dato es congruente con la afirmación de que tenemos una “economía fuerte”? El desempleo es atenuado en el “mensaje” para alardear del medio millón de nuevos afiliados al Seguro Social, pero sin mencionar las encuestas oficiales que hablan de un incremento en el número de personas que están buscando trabajo.
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