La transformación histórica desde un México con empresas sociales hasta la actualidad de la prostitución institucional gracias al neoliberalismo partidista.
Pedro Echeverría V.
1. Los organismos cúpula del sector privado, aglutinados en el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), plantearon ayer viernes directamente al presidente panista Felipe Calderón que "bursatilice" (que ponga a la venta o en remate) cualquier empresa pública de México utilizando los fondos de pensiones y de seguros. En reunión privada con el mandatario en el Club de Industriales, los empresarios aplaudieron (rabiosamente) el anuncio sobre la venta de acciones de Pemex que Calderón Hinojosa hizo el martes pasado en Nueva York, pero le solicitaron que el mismo esquema se aplique para el resto de las empresas estatales (o paraestatales) y en principio consideraron la viabilidad de que Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA) sea la "punta de lanza". ¿Cómo no aprovechar la “venta de garaje” que desesperadamente realiza Calderón si puede ser su última oportunidad?
2. Hasta la década de los años setenta, es decir, hasta hace 40 años, en el país existían unas dos mil empresas estatales y paraestatales controladas por los gobiernos del PRI. La mayoría funcionaba con números rojos (con pérdida) pero también subsidiaban a los empresarios dándoles precios en fletes, electricidad y demás de regalo y servían para garantizar que los trabajadores no se vayan a la calle por las crisis y conserven sus ingresos; por eso se les llamaba empresas sociales. Las paraestatales fueron siempre odiadas y combatidas por los empresarios privados porque decían, “les hacían una competencia desleal”. La educación pública, el IMSS, sobre todo la Conasupo, los bancos, las empresas de electricidad, ferrocarriles, teléfonos y Pemex, fueron siempre motivo de propaganda calumniosa y de descrédito impulsada por los empresarios. Sólo pararon su campaña cuando se les empezó a vender todo.
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2. Hasta la década de los años setenta, es decir, hasta hace 40 años, en el país existían unas dos mil empresas estatales y paraestatales controladas por los gobiernos del PRI. La mayoría funcionaba con números rojos (con pérdida) pero también subsidiaban a los empresarios dándoles precios en fletes, electricidad y demás de regalo y servían para garantizar que los trabajadores no se vayan a la calle por las crisis y conserven sus ingresos; por eso se les llamaba empresas sociales. Las paraestatales fueron siempre odiadas y combatidas por los empresarios privados porque decían, “les hacían una competencia desleal”. La educación pública, el IMSS, sobre todo la Conasupo, los bancos, las empresas de electricidad, ferrocarriles, teléfonos y Pemex, fueron siempre motivo de propaganda calumniosa y de descrédito impulsada por los empresarios. Sólo pararon su campaña cuando se les empezó a vender todo.