domingo, 23 de octubre de 2011

“Progreso” despoja a ejidatarios

Por: Erika Ramírez

(20/10/2011)
(Revista Contralínea)

Una centena de campesinos del ejido San Pablo Huantepec, Estado de México, comienzan a abandonar sus tierras de cultivo: la carretera pavimentada en los límites de su terreno les obstruye el paso. El presidente municipal de Soyaniquilpan de Juárez, encargado de impulsar el proyecto, ha prometido abrir los caminos; no obstante, considera que el espacio rural podría ser un “polo de crecimiento en caso de que sea urbanizado”.

Jilotepec, Estado de México. “Progreso”, esa fue la promesa para los campesinos del ejido San Pablo Huantepec. Sin embargo, con la construcción de la carretera que une a las comunidades de El Divisadero, Fresno, El Gavillero de Santa Ana, San Juan del Cuervo y San Isidro, decenas de labriegos se han quedado sin acceso a sus parcelas, y en consecuencia, sin producción.

Dos kilómetros de vía cimentada entre las tierras de San Pablo Huantepec y Soyaniquilpan de Juárez, bordeada de una guarnición y una cuneta de aproximadamente 1 metro de profundidad, les impide entrar por este camino al campo.

Se trata de 118 ejidatarios que viven de la siembra del maíz, frijol y avena. Así como de la venta de quesos, que distribuyen en las comunidades cercanas a su población o que surten en el Distrito Federal. Casi una treintena de terrenos han sido invadidos por el asfalto en alguna porción de su espacio de cultivo.

Los campos se ven tapizados por una flor silvestre llamada mirasol. A la vista engaña al visitante con un paisaje en sincronía. En su lugar, deberían de estar creciendo los maizales que algunos ejidatarios tuvieron que abandonar.

Es el primer año en que Jesús Chávez Monrroy no siembra todas sus parcelas. De su tierra, dice, “mantuve a mis 16 hijos y a todos les di carrera profesional; Dios me bendijo hasta con un hijo sacerdote”.

Con 82 años de edad, su manutención y la de su esposa dependen de la producción que le dejan cuatro hectáreas de tierra cultivable. Lleva a cuestas tres cirugías, dos en la cabeza y una en la columna vertebral. Su andar ya es lento, pero aún así se aferra a los campos que, relata, él mismo abrió con yunta.


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