El lamentable fracaso del PSOE
Néstor de Buen
S
in la menor duda, el PSOE ha fracasado en el manejo de la sociedad española. Es factible que sea culpa de su principal dirigente, José Luis Rodríguez Zapatero, o que la dirección socialista no fue del agrado del pueblo español. Ciertamente, las realidades económicas no han sido nada favorables. Hay un amplio desempleo y las perspectivas no parecen atractivas. El turismo no puede prosperar porque los demás países de la Unión Europea se encuentran también en condiciones económicas lamentables. Grecia e Italia por formación, con grandes semejanzas con España, se encuentran también en condiciones nada positivas. Y la otra migración, la americana, no parece tampoco que tenga grandes perspectivas. No solamente México sino también los otros países de la zona americana están cada vez peor.
El problema también puede deberse a los personajes. Rodríguez Zapatero no tiene carisma. Sí lo tiene, en cambio, Rubalcaba, pero llegó demasiado tarde a la competencia. Además, la España democrática creía en Felipe González, y no es fácil encontrar un sustituto, ni parece que él tenga deseos de volver a gobernar.
Desde luego que el PP no sacará a España de la crisis. Volverá al rito el Valle de los Caídos y la búsqueda de los restos de los fusilados por Franco. Entrará en receso. No lo va a pasar bien Baltasar Garzón, que ha luchado tanto por la memoria histórica. No es difícil que se renueven los procesos en su contra, porque ha sido un auténtico defensor de la España democrática.
No me hizo ninguna gracia la fotografía de Josefina Vázquez Mota felicitando a Mariano Rajoy, seguramente con la intención de que se le pegue algo de su triunfo a la vista de nuestras próximas elecciones. Y debo confesar mis simpatías por Josefina, que me parece una mujer profundamente brillante, superior al Presidente el que, por cierto, no da una.
En México renacerá la lucha por la reforma conservadora de la Ley Federal del Trabajo (LFT). Ya el pleno de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje (JLCA), sin facultades de ninguna clase, ha dictado un largo acuerdo que supone una reforma procesal conservadora a las reglas del procedimiento.
El tema es curioso. En primer lugar el pleno, de acuerdo con el reglamento vigente en la JLCA, carece de facultades para regular la función de las juntas y ni siquiera puede corregir el hacer de cada una, particularmente en temas tan delicados como los que toca el documento. El pleno no constituye una segunda instancia a la que puedan acudir los inconformes con las resoluciones de las juntas especiales. Por otra parte, tampoco el juicio de amparo puede ser utilizado por el ofendido por una resolución de la junta especial que pudiera reclamar la contradicción con lo dicho por el pleno.
Lo cierto es que su reciente acuerdo no es otra cosa que un intento por hacer efectiva la reforma a la LFT que el Legislativo no ha logrado aprobar. En realidad, la propuesta del pleno tampoco tendría valor sin una previa reforma constitucional.
Incidentalmente: no me enteré a tiempo del desplegado publicado este miércoles con la firma de todos los colaboradores de La Jornada. Ruego incluirme entre ellos. Y a toro pasado, expreso mi inconformidad con la resolución de la Corte.
Es factible que en España el triunfo del PP conduzca a una reforma del Estatuto de los Trabajadores, pero los sindicatos, UGT y Comisiones Obreras sí saben defender sus derechos. Si no se puede en el Congreso, se podrá en la calle.
¡Ojalá aprendiéramos de ellos!