martes, 13 de diciembre de 2011

TREINTA AÑOS de lo mismo.


MORENAJE Guanajuato Por: Tony Cabrera.

Existen dos acontecimientos en la vida contemporánea de nuestro país que por su trascendencia calan hondo en el bienestar y la tranquilidad de la población. Uno es la estrategia de liberalización y desregulación sin ambages de la economía nacional y que se materializa en la firma del TLC, y otro es la estrategia de combate a la delincuencia organizada principalmente a los carteles de la droga. Por una parte la estrategia neoliberal realizada abruptamente genero una serie de fenómenos que desembocaron en la crisis del infausto año de 1994 y que desencadeno ominosas consecuencias socioeconómicas para la mayoría de la población que hasta la fecha se resienten. Por la otra, la estrategia contra la delincuencia organizada produce consecuencias que lastiman la armonía y tranquilidad de la población y que además también tiene efectos socioeconómicos importantes.

Además de que estos dos acontecimientos generan consecuencias similares no es lo único donde media parentesco. Carlos Salinas fue el presidente que enarbolo esta decidida estrategia liberalizadora de la economía nacional. Felipe Calderón es quien se ostenta como el general supremo en su guerra estratégica contra la delincuencia organizada. Ambos presidentes constitucionales de México pero de ninguna manera legítimos representantes de la voluntad popular. Legitimidad que se vieron obligados a buscar en otro lugar distinto del consenso de la población. Ambas estrategias están encaminadas a buscar ese objetivo, el primero en el reconocimiento del exterior el segundo por la fuerza y la violencia. En ambos casos les preceden ejercicios electorales marcados por el descontento social y por el fraude. Ambos también le asestan fuertes golpes al sindicalismo y a la clase obrera, en antaño por medio de la represión unipersonal al líder del sindicato de Pemex y con advertencia extensiva a las demás organizaciones sindicales. Al mismo tiempo, y bajo el manto de la política económica, la firma de pactos con la elite empresarial y sindical que en ultima instancia descansan sobre los hombros de la clase trabajadora. Calderón ejerce la violencia por medio del despido masivo de trabajadores y la disolución de un sindicato además de un ineficiente ajuste al gasto publico por medio de incrementos periódicos a los combustibles y que tienen efectos inflacionarios.

En las postrimerías de ambos sexenios también se caracterizan por el incremento de la violencia, con salinas, el levantamiento armado justo después de la firma de TLCAN y una ola de asesinatos incluido el del candidato a la sucesión presidencial desacreditan al estado mexicano en el exterior. Con calderón no hace falta describir el ominoso escenario de miles y miles de mexicanos muertos.

Lo que salta a la vista es que uno y otro son regímenes que tienen más similitudes que diferencias, o lo que es lo mismo, representan el mismo sistema de gobierno inaugurado de forma radical por salinas y que continua hasta la fecha con calderón. Y por supuesto pretenden prolongar al colocar a sus alfiles de cara a las elecciones de 2012. Están por cumplirse 30 años de establecimiento de un modelo de desarrollo que no ha ofrecido siquiera los noveles mínimos de bienestar y que en estas fechas se encuentra una grave crisis. También es cierto que ninguno de los programas o proyectos de ambas figuras políticas hacen lo mínimo para modificar el patrón de acumulación que representa el traslado de las rentas hacia el estrato más compacto de la sociedad, ese ínfimo 1%.

Haciendo un balance de las políticas y programas desde salinas a la fecha el resultado invariablemente será la constante mediocridad con que han gobernado ambos partidos (dos priistas y dos panistas), los dos últimos gobiernos priistas con la instauración de un modelo económico que no funciona y los dos gobiernos panistas que no hicieron nada para modificar dicho modelo en crisis prácticamente desde 2001. Por consiguiente, el mal manejo de la economía y la manera de gobernar es una constante del gobierno desde hace 30 años.

Las políticas salinistas, si bien brindaron estabilización económica esta fue solo temporal. Al poner la inflación y el equilibrio fiscal como un fin en sí mismo, además de la liberación abrupta de la economía y la desregulación del sector bancario, exacerbaron las consecuencias de la crisis de diciembre de 1994-95 de la mano de la ineptitud de Zedillo para llevar a cabo el ajuste del tipo de cambio. Dicho con otras palabras, la estructura de la economía Mexicana era un castillo de naipes. El resultado: la pauperización de la clase obrera, la contracción del salario real que a la fecha no se ha recuperado, la pérdida del patrimonio familiar, en síntesis, se puso de rodillas la economía nacional de frente al capital extranjero que hoy lo controla casi todo. Esta fue la estrategia insignia desde salinas y que hoy perdura, la determinación de la estrategia de desarrollo impuesta desde EUA y materializada con el TLCAN. Salinas tuvo la puntada de proponer el tratado para toda América Latina, para fortuna de los países del sur casi nadie siguió esa estrategia y hoy los resultados saltan a la vista. Los países del cono sur y del Caribe caminan hacia una integración que refuerza la estrategia de autodeterminación del desarrollo en medio de la turbulencia financiera y la incertidumbre económica.

Así pues, Salinas (principalmente), Zedillo, Fox y Calderón representan 30 años de nulo crecimiento económico y aun peor, de retroceso en niveles fundamentales como empleo e ingreso. Así como de incremento en los niveles de pobreza de cualquier tipo. Representan el despilfarro de una fuerza que los demógrafos denominan el “bono demográfico” que es una parte significativa de la población en edad de trabajar, es decir, los jóvenes. Muchos de los cuales constituyen el éxodo migrante hacia EUA y con ellos el principal activo del país, cancelando la oportunidad futura de desarrollo. También representan la cancelación de las expectativas de toda una generación y posiblemente de la que le sigue si no se rectifica el camino.

Esta generación que nace con la crisis y solo conoce el auge y la época de oro del capitalismo en los libros de historia donde en el modelo mexicano prácticamente existía pleno empleo, debe hacer un ejercicio retrospectivo y preguntarse si es deseable continuar por el mismo camino o si tiene la voluntad de organizarse con el afán de construir para sí mismo las bases para un desarrollo alternativo, mucho más equitativo, más social y más justo.