José Agustín Ortiz Pinchetti
¿Qué factores están provocando el fenómeno? El más poderoso es el deterioro de las condiciones de vida de la mayoría, acompañado por la corrupción y el desprestigio de los gobiernos. El cambio es respuesta a una incitación: los sufrimientos y frustraciones de las últimas tres décadas. Pero no sólo es una reacción, la gente está más informada. Cierto, la televisión intenta controlar la opinión, pero las redes informales, muchas estaciones de radio y periódicos están abriendo espacios. La sociedad se ha vuelto laica, desobediente y retobona. Como sea, existen partidos políticos, debates, candidaturas. Todo el mundo habla de política. El IFE puede ser imperfecto, pero hay un árbitro a quién reclamarle; cada día son más los inconformes. Y tenemos también la influencia exterior. A partir de 1989 han caído todas las dictaduras y han sido sustituidas por regímenes democráticos. A veces el tránsito ha sido cruento, a veces suave, pero la democracia es ya un paradigma mundial.
La revolución silenciosa no ha despertado mucho interés en la academia; en cambio, los grandes jerarcas de la política la observan, vigilan y espían.
Mi propia fuente de información sobre estos cambios profundos es el Morena. Cada vez que me acerco a los grupos que están creciendo constato en qué consiste el fenómeno. Me asombra cómo los grupos populares que se adhieren son cada vez más entusiastas y puntuales. En las reuniones, la gente está alerta. Opina con gran libertad y claridad política. Entiende todos los mecanismos de control y los impugna. Sus acciones son cada vez más efectivas. Por lo menos para ellos, la pesada costra que sometía a la población se está resquebrajando.