Arnaldo Córdova
En mi presentación del día 20 en el Senado comencé por señalar que yo no veía que las iniciativas del gobierno panista buscaran modernizar Pemex como se viene predicando. La realidad que se ha venido ilustrando a través de estos debates es que estamos discutiendo la reforma equivocada, la llamada reforma energética que se reduce a una reforma petrolera, cuando deberíamos estar ya debatiendo en torno a esa reforma hacendaria que desde hace decenios el país y el erario necesitan con la mayor urgencia.
Mi participación en el primer debate sobre la constitucionalidad de las iniciativas de Calderón me mostró con toda claridad que todo se redujo a ver quiénes eran más ignorantes o más duchos en materia de derecho y de derecho constitucional. Que yo le haya tenido que enseñar a uno de los participantes que el derecho de uso es un derecho real me deprimió. Que no entendieran lo que es una Constitución política me dejó anonadado. Que el 28 constitucional no habla de “industria petrolera” y que, por tanto, ésta no es parte del derecho de la nación sobre sus recursos naturales sólo muestra el modo en el que entienden el derecho. En respuesta, otro me llamó “espiritista”, “astrólogo” y “metafísico”.
Lo que se busca con estas reformas es seguir con el absurdo sistema impositivo que tenemos. Continuar usando los ingresos petroleros para seguir financiando el presupuesto en 40 por ciento de su total. Cuando se ha dicho que tan sólo una parte de los ingresos petroleros bastaría para resolver el desgaste de las instalaciones petroleras, invertir en refinerías y en investigación tecnológica, se contesta que eso significaría tener menos escuelas, menos hospitales, etcétera. También, por supuesto, menos corrupción y menos latrocinios de toda especie y a todos los niveles de la administración pública federal.
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