Bernardo Bátiz V.
La comunidad nacional va en un declive tanto en su vida económica como en su vida política; en la economía, vemos todos los días como aumentan los precios, disminuye la producción y de que manera, empresas y empresarios extranjeros se adueñan de los medios de producción, de los bancos, de los negocios de comunicaciones terrestres y aéreas, de tal modo que pronto no será necesario cruzar el Río Bravo para trabajar de braseros en campos agrícolas o en fábricas propiedad de nuestros vecinos.
En política, la situación no es mejor, prevalecen en las luchas por alcanzar el poder, intereses pragmáticos que borran o diluyen las líneas doctrinarias o ideológicas, y las motivaciones generosas y la altura de miras en el campo de la actividad política y social en México, son sustituidas por la búsqueda de altos ingresos, de enriquecimiento rápido, de influencias y negocios; el glamour del poder y la aristocracia de la riqueza presentan a la niñez y a la juventud una imagen equívoca sobre quienes pueden servir de modelos o de guías.
La medida de todo es la riqueza. Para determinar el status de una persona ya no importa qué tanto sabe, qué tanto sirve a su comunidad o qué cualidades o virtudes pueda tener; prevalece el lema cínico de “tanto tienes, tanto vales”.
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