ABRAHAM GARCÍA IBARRA
El 6 de julio se cumplen 20 años del gran asalto al poder por la tecnoburocracia salinista disfrazada de priista, en una fraudulenta operación electoral que los especialistas tipificaron como golpe de Estado técnico. Se abrió entonces la etapa de destrucción del legado histórico constituido por la empresa estatal y las instituciones socialmente compensatorias. Carlos Salinas de Gortari concedió la reforma constitucional para que hijos de extranjeros accedieran a la presidencia de México. El 2 de julio de 2000 el PAN, fundado en 1939 para desmontar la obra revolucionaria del general Lázaro Cárdenas, se hizo del poder presidencial. Inoculado del síndrome de Eróstrato y enfermo de revancha contrarrevolucionaria, en ocho años el PAN ha continuado la devastación del Estado mexicano y, con demencial obsesión, mantiene una agresiva agenda para entregar a intereses bastardos las dos herramientas fundamentales del desarrollo industrial soberano: el petróleo y la electricidad -de los ferrocarriles ni hablar- infraestructuras que, integrada con el reparto social de la tierra, fueron precisamente los detonantes con los que el cardenismo visualizó el México moderno. Cuando lo logre, el PAN habrá visto satisfechos su seculares instintos de venganza contrarrevolucionaria.
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