En los últimos días nuevamente hemos visto en los medios un golpe frontal a una administración que no reconoce al “gobierno” federal en turno. Las tragedias pasan y es claro, todas deben esclarecerse y sin embargo estas se transforman en mofas de políticos al usarlas como un simple peldaño más para dejar claro que ellos si están con el pueblo.
Al lanzar en los medios las últimas declaraciones de ¡Justicia!, pero quien lo gritaba estaba bien montado en dos televisoras y debajo de ellas, un mar de sangre, muerte y corrupción de lo que va del sexenio.
Ante la carencia de resultados, pero más ante la carencia de nacionalismo; Calderón esta dejando claro algo: la movilidad de su aceptación por la línea mediática. Sin duda el “éxito” de su gestión no se refleja en los hogares ni en la misma seguridad que hoy reclama. Nos volvemos a encontrar ante el hueco del reino: la ilusión.
Que deja los medios de esto: la condena a las autoridades capitalinas y la demostración de que hasta de la pena el rating es el mejor aliado. El “presidente” Calderón propuso la pena a cadena perpetua. Curioso que lo pida para secuestradores cuando ya se le ha dado de facto a hombres como Ignacio del Valle.
No es más que un acto ajeno a la realidad en el país, como muchas más acciones. Es un llamado a decir: acabaremos con la delincuencia condenando a cadena perpetua. Vaya con ello, lo primero que entrarían ahí son los políticos que tienen secuestradas a las instituciones y que con ello no solo crean muerte y pobreza, crean hambre y desilusión ante un país que no ofrece empleo a miles de jóvenes.
Sin duda el crimen es un actor lleno de crueldad que podría “ajusticiar” por la mano de varios, a los criminales a pena de muerte, tortura y demás. Cual es lo grave de esto, el sistema judicial del país ha crecido con la formalidad del delito a quienes no siendo culpables los tienen en penales porque los procesos son lentos, “costosos” y demás. La mayoría de los presos son gente joven que no encuentra quehacer en este país. Esa es la gente que permanece en las cárceles.
Los demás, los poderosos, pagan dinero y salen libres y lo que es más inmoral: salen premiados en programas obscenos en la televisión y la radio.
Que tipo de país tenemos. ¿Será posible que los dichos de Calderón realmente formulen una búsqueda a mejorar la seguridad de las personas?
Muchas denuncias se quedan en los escritorios, cuantas muertes están bajo llave y no hay ningún responsable (aguas blancas, 2 de octubre, Jueves de Corpus, Acteal, etc.) y estas han causado indignación en su momento, pero no en los medios, no en los periódicos ni con los comentaristas; surgen del alma de los familiares, amigos y aquellos humanos aun solidarios que se identifican con aquellos ante un sistema que continuamente esta buscando erradicarlos, ellos continúan con las manos cerradas sujetando el hombro del compañero.
Lamento la muerte del niño, como lamento la muerte de muchos más que están detrás de él: por la desigualdad, por el hambre, por la injusticia, por la falta de educación, por sobre todas las cosas que siempre dejan una huella en el alma: el sufrir del semejante.
Que responder ante el cuestionamiento ¿servirá la pena a cadena perpetúa o la pena de muerte para acabar con el crimen? Por supuesto que no y mientras predomine la opulencia sobre la justicia y la equidad, seguirán usando el trampolín de las desgracias para aumentar su aceptación, las palabras no calman el hambre ni la sed de cientos de hombres que claman diariamente justicia y que trabajan por obtenerla.
Enrique Valdivia
Al lanzar en los medios las últimas declaraciones de ¡Justicia!, pero quien lo gritaba estaba bien montado en dos televisoras y debajo de ellas, un mar de sangre, muerte y corrupción de lo que va del sexenio.
Ante la carencia de resultados, pero más ante la carencia de nacionalismo; Calderón esta dejando claro algo: la movilidad de su aceptación por la línea mediática. Sin duda el “éxito” de su gestión no se refleja en los hogares ni en la misma seguridad que hoy reclama. Nos volvemos a encontrar ante el hueco del reino: la ilusión.
Que deja los medios de esto: la condena a las autoridades capitalinas y la demostración de que hasta de la pena el rating es el mejor aliado. El “presidente” Calderón propuso la pena a cadena perpetua. Curioso que lo pida para secuestradores cuando ya se le ha dado de facto a hombres como Ignacio del Valle.
No es más que un acto ajeno a la realidad en el país, como muchas más acciones. Es un llamado a decir: acabaremos con la delincuencia condenando a cadena perpetua. Vaya con ello, lo primero que entrarían ahí son los políticos que tienen secuestradas a las instituciones y que con ello no solo crean muerte y pobreza, crean hambre y desilusión ante un país que no ofrece empleo a miles de jóvenes.
Sin duda el crimen es un actor lleno de crueldad que podría “ajusticiar” por la mano de varios, a los criminales a pena de muerte, tortura y demás. Cual es lo grave de esto, el sistema judicial del país ha crecido con la formalidad del delito a quienes no siendo culpables los tienen en penales porque los procesos son lentos, “costosos” y demás. La mayoría de los presos son gente joven que no encuentra quehacer en este país. Esa es la gente que permanece en las cárceles.
Los demás, los poderosos, pagan dinero y salen libres y lo que es más inmoral: salen premiados en programas obscenos en la televisión y la radio.
Que tipo de país tenemos. ¿Será posible que los dichos de Calderón realmente formulen una búsqueda a mejorar la seguridad de las personas?
Muchas denuncias se quedan en los escritorios, cuantas muertes están bajo llave y no hay ningún responsable (aguas blancas, 2 de octubre, Jueves de Corpus, Acteal, etc.) y estas han causado indignación en su momento, pero no en los medios, no en los periódicos ni con los comentaristas; surgen del alma de los familiares, amigos y aquellos humanos aun solidarios que se identifican con aquellos ante un sistema que continuamente esta buscando erradicarlos, ellos continúan con las manos cerradas sujetando el hombro del compañero.
Lamento la muerte del niño, como lamento la muerte de muchos más que están detrás de él: por la desigualdad, por el hambre, por la injusticia, por la falta de educación, por sobre todas las cosas que siempre dejan una huella en el alma: el sufrir del semejante.
Que responder ante el cuestionamiento ¿servirá la pena a cadena perpetúa o la pena de muerte para acabar con el crimen? Por supuesto que no y mientras predomine la opulencia sobre la justicia y la equidad, seguirán usando el trampolín de las desgracias para aumentar su aceptación, las palabras no calman el hambre ni la sed de cientos de hombres que claman diariamente justicia y que trabajan por obtenerla.
Enrique Valdivia
druidaenresistencia@gmail.com