Gustavo Iruegas
Ya el pueblo de México sabe por qué la iniciativa de Calderón que él y sus personeros han llamado “de la reforma energética” no es otra cosa que un burdo intento de justificar la entrega del patrimonio nacional petrolero a la iniciativa privada, principalmente extranjera. Con la misma certeza sabe que la de Manlio Fabio Beltrones no es otra cosa que una repetición burdamente adobada de la primera. La propia y cándida aprobación oficialista hizo palmaria la convicción popular de que se trata del documento de un “palero”, que, en el decir mexicano, es el cómplice en un engaño.
La consulta popular, exitosa, sigue cumpliendo sus fases: uno, los estados gobernados por el PRD; dos, los municipios presididos por gente progresista, y tres, el resto del país. Su importancia y validez ha sido ya argumentada y demostrada en diversas ocasiones. En ésta solamente se señala que la consulta en su conjunto es también un recordatorio de que en materia petrolera el pueblo no está dispuesto a que nadie decida por él. Sobre el petróleo nacional decide su propietaria: la nación mexicana.
La convicción –primero intuitiva y ahora certeza informada– de que el patrimonio nacional debe ser defendido de sus depredadores ha alcanzado una expresión superior: la iniciativa ciudadana.
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