
Lo curioso es que 48% de los encuestados opinen que “las disculpas del PRD no son sinceras ni desinteresadas”. O sea, nunca lo son y, por supuesto, las que emanan de un político, menos. La única manera de creerles realmente sería que, acompañada de las disculpas, el político en cuestión se arrancara los ojos en un homenaje a Edipo Rey, a manera de aceptable expiación de sus culpas. Pero bueno, no estoy seguro que Chucho Ortega o alguno de sus muchachos quisieran andar dando palos de ciego, ellos que nunca dan paso sin huarache.
Ahora bien, quizá exista otra manera de plantarse frente a la opinión pública y mostrar arrepentimiento: recibir como George W. Bush en Irak, una buena dotación de zapatazos. Aquí, para que las cosas sean menos dolorosas, podrían arrojarles a los polacos arrepentidos un número indeterminado de chanclas del ocho desparramado.
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