Gustavo Esteva
El cinismo y falta de dignidad de Ulises Ruiz se combinaron en 2006 con la irresponsabilidad, ceguera e incompetencia de las clases políticas locales y nacionales para transformar una revuelta popular, un estallido de descontento, en un movimiento social y político de gran alcance y envergadura.
La campaña de represión y cooptación desatada el 25 de noviembre de 2006, que se mantiene hasta ahora, provocó la fragmentación y desarticulación del movimiento, pero al mismo tiempo le dio mayor sentido, profundidad y perspectiva. Es cierto que intimidó a mucha gente, que hasta hoy se encuentra paralizada, con miedo legítimo. Otro grupo no se paralizó por miedo, sino por frustración, por una sensación de impotencia. Aparentemente, de nada habría servido la más grande movilización de la historia de Oaxaca.
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