PORQUE SOMOS LAS MÁS CONSECUENTES, LAS MUJERES ENCABEZAMOS LA RESISTENCIA CIVIL PACÍFICA, ASEGURA CASTILLO JUÁREZ
Palabras de la secretaria de Asentamientos Humanos del gobierno legítimo, Laura Itzel Castillo Juárez, durante el acto de toma de protesta a las brigadistas para la Defensa del Petróleo, en el Monumento a la Revolución.
Hace algunos días un periodista misógino acusó al presidente legítimo Andrés Manuel López Obrador de “cobarde” por permitir que seamos las mujeres quienes encabecemos la Resistencia Civil Pacífica en contra de la privatización del petróleo. Incluso anticipó que el gobierno usurpador actuaría contra nosotras “a chingadazos”. Distintas voces afines al régimen han repetido sin cesar el estribillo. Que no se respetará la cuestión de género. ¿Querían equidad? Pues tengan su equidad. No es de extrañar este tipo de sandeces.
Las mentalidades del medioevo siguen creyendo que somos seres inferiores y débiles. Pero bastaría que observaran con detenimiento a sus respectivas madres para que entendieran la fortaleza, la resistencia y la dignidad que hay en la mayoría de nosotras. No nos intimidan. ¿Por qué somos las mujeres quienes encabezamos la Resistencia Civil Pacífica en contra de la privatización del petróleo? Porque somos las más resistentes y las más consecuentes. A lo largo de la historia se nos ha negado el ejercicio pleno de nuestros derechos.
Tampoco ha sido reconocida nuestra importante participación en todos y cada uno de los procesos políticos y sociales. Las creencias religiosas le otorgan cédula de nacimiento a la seductora Eva en la costilla de Adán. Por su parte, la hermosa Atenea es engendrada en el cerebro de Zeus. Pero es un hecho científicamente irrebatible que todo ser humano se gesta en el vientre de una mujer. Para acabar pronto: somos más de la mitad de la población y también madres de la otra mitad. En el siglo XX comenzó realmente en México la lucha de las mujeres por sus derechos ciudadanos.
Las demandas, en un principio, se centraban en el sufragio, pero durante décadas las exigencias se incrementaron hasta el logro de la igualdad jurídica. ¿Saben ustedes hasta que año ocurrió esto? No hace mucho tiempo: 1974. Sí: 1974. Hasta entonces se reformó el artículo 4 de la Constitución Mexicana para otorgar igualdad jurídica a hombres y mujeres. La Revolución mexicana logró cambios en las costumbres y en la forma de pensar de la sociedad tradicional. Pero no se crea que tales avances fueron concesiones graciosas.
Las mujeres participamos activamente en el proceso revolucionario. Las Hijas de Cuauhtémoc fue una agrupación feminista que se unió a Francisco I. Madero, la cual desplegó diversas acciones como la obtención de firmas exigiendo la renuncia del dictador Porfirio Díaz.En México, poco a poco hemos pasado de soldaderas de la Revolución a dirigentes, de colaboradoras de bajo perfil a responsables directas en tareas de primer orden, de fieles compañeras a conductoras de destinos compartidos. Esto ha sido posible porque adquirimos plena conciencia y responsabilidad de nuestros caminos y metas. Que no nos menosprecien ni se atrevan a desdeñar nuestras capacidades.
Los mismos panistas modositos harían bien en revisar su propio pasado y reconocer el papel femenino en movimientos de resistencia, cuando aún eran oposición y no habían perdido la vergüenza ni la honra. Sin ir más lejos, mujeres panistas tuvieron destacada participación en la insurgencia cívica potosina de 1991, liderada por Salvador Nava Martínez. Junto a las perredistas y ciudadanas sin partido estuvieron en el cerco a Palacio de Gobierno que impidió la entrada del espurio Fausto Zapata. Y resistieron hasta que cayó.
¿Ya se les olvidó a los escribanos del régimen —algunos de ellos hasta aplaudieron aquellos acontecimientos— que el doctor Nava tomó posesión como gobernador legítimo con el respaldo público de Diego Fernández y Cuauhtémoc Cárdenas, a pesar de que las cifras oficiales le daban una desventaja de 2 a 1? Del libro Nava vive, la lucha sigue, rescato un párrafo del prólogo: “…nadie vive plenamente hasta que encuentra algo por lo que vale la pena morir. Nava moría. Había encontrado lo que valía la pena y estaba muriendo por ello. En consecuencia, había vivido plenamente”. Cierto.
Aún más: Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.