sábado, 27 de junio de 2009

Contrarrevolución

Juan Diego García (especial para ARGENPRESS.info)

Las clases dominantes poseen su manual práctico para realizar la contrarrevolución. Sus cinco componentes son: una base social que es necesario activar, el control de los principales resortes de la economía, el manejo casi monopólico de los medios de comunicación de masas, el apoyo de las fuerzas armadas y el concurso del capitalismo metropolitano más conocido como “comunidad internacional”.

La base social de la contrarrevolución ya no se limita a los exiguos porcentajes de quienes poseen el gran capital. A diferencia de antaño en las sociedades rurales caracterizadas por la polarización extrema entre una pequeñísima oligarquía y el inmenso universo del pueblo, en la actualidad el desarrollo urbano y la modernización permiten el surgimiento de unas capas de pequeña burguesía más o menos amplias. Por ideología e intereses compartidos se convierten en la base social de las fuerzas que se oponen a los gobiernos nacionalistas y populares, y con mayor razón si se intenta desmantelar el capitalismo. A pesar de ser minoritarios resultan suficientes para dar cuerpo a proyectos contrarrevolucionarios; aunque no van más allá del 20% o 30% de la población consiguen arrastrar en sus aventuras a los sectores menos concientes de la población pobre. El debilitamiento sistemático de las fuerzas populares (dispersas, amedrentadas, atemorizadas, divididas) les permite compensar su condición de minorías y ganar elecciones, bloquear gobiernos, precipitar el caos social y culminar con la derrota del gobierno progresista.

Son entonces un colchón muy útil, un apoyo social clave compuesto por pequeños y medianos empresarios, sectores religiosos tradicionalistas, tenderos, profesionales, universitarios (sobre todo de universidades privadas) y un componente mafioso que juega el rol de fuerza de choque para hacer el trabajo sucio del sabotaje, el atentado, el desorden callejero, la difusión de rumores, la asonada, etc. En todas estas actividades es usual encontrar a delincuentes habituales, grupos de ultraderecha, lumpen y sectores socialmente descompuestos.
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