martes, 30 de junio de 2009

El Dios de Calderón

Pedro Miguel

Por deducción obligada, Felipe Calderón tiene un Altísimo que le informa, antes de que se conozcan los resultados de la autopsia respectiva, la causa precisa de la muerte de Michael Jackson. Ese Dios no considera pecado que su siervo gobernante formule, desde su investidura, juicios inoportunos y de mal gusto sobre el cantante difunto. Es mucho más severo, en cambio, con quienes no creen en Él: éstos fallecen por sobredosis o, cuando menos, se ven condenados a sobrellevar una existencia lastrada por las adicciones. Primer corolario: los ateos son drogadictos por necesidad.

Posiblemente el Dios de Calderón ame el saqueo nacional, la legislación de letra chiquita, la tortura, las desapariciones forzosas y los baños de sangre en nombre de la cruzada contra las drogas; tolere funcionarios omisos a los que les importa un bledo el destino de la gente en tiempos de crisis, el nivel de los educandos del sistema de enseñanza pública, la falta de medicamentos e insumos de curación en los hospitales del Estado, la corrupción flagrante en sus narices, la privatización de todo lo imaginable, la utilización de los programas sociales y de los procedimientos judiciales para conseguir votos azules, que es el color del Ciel
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