En el 2006, ante la inminencia de las campañas electorales, ninguna bancada parlamentaria tuvo el valor para echar atrás la ley televisa, y es que el poder ha creado un monstruo capaz de destruir políticamente cualquier oposición a la “teledictadura”, como la nombró astutamente el Canal 6 de Julio.
Estas empresas que usufructúan un bien nacional, como el espacio radioeléctrico, a cambio de nada, han crecido, en parte, gracias a la tolerancia que han tenido nuestros gobiernos “libremercadistas” hacia las prácticas monopólicas que han impedido que se amplíe la oferta informativa en la radio y televisión.
Eduardo Andrés Sandoval, en su artículo “Televisión y política mediática en México”, achaca a la cultura televisiva el abandono de la formación de cuadros, la vinculación de las bases y la reunión personal en el ámbito político. Se ha venido a sustituir por spots casi mercantilistas, con lemas cortos que no informan acerca de los fundamentos ideológicos de una corriente de pensamiento político.
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Estas empresas que usufructúan un bien nacional, como el espacio radioeléctrico, a cambio de nada, han crecido, en parte, gracias a la tolerancia que han tenido nuestros gobiernos “libremercadistas” hacia las prácticas monopólicas que han impedido que se amplíe la oferta informativa en la radio y televisión.
Eduardo Andrés Sandoval, en su artículo “Televisión y política mediática en México”, achaca a la cultura televisiva el abandono de la formación de cuadros, la vinculación de las bases y la reunión personal en el ámbito político. Se ha venido a sustituir por spots casi mercantilistas, con lemas cortos que no informan acerca de los fundamentos ideológicos de una corriente de pensamiento político.