El anuncio formulado ayer por el titular del Ejecutivo federal de que su gobierno implantará un documento de identidad con datos biométricos retoma una historia de intentos realizados en sexenios anteriores para establecer un padrón único y centralizado de la totalidad de la población. Ciertamente, los planes correspondientes –todos ellos frustrados hasta ahora– tienen como objetivo suprimir la discrecionalidad y la anarquía imperantes en materia de documentos de identificación.
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