(De las divagaciones de un experto en mercadología que trabaja en el Partido Acción Nacional.)
La primera vez que lo vi me impresionó. Traía su fama consigo, y eso los subalternos lo captan luego luego. Él sonrió, lo que no tendría nada de particular salvo el hecho de que, según me dijeron, también tarifaba sus sonrisas. Bueno, apenas una semana en tierra de los aztecas y ya tenía a sus órdenes una operación gigantesca, hacer ganar a un hombre que no sobrenadaba en carisma, bueno, José María Aznar tampoco era un tablao flamenco y sin embargo ahí la llevaba bien hasta aquel día de marzo del atentado terrorista, pero, hombre, mi jefe se le había dicho: “Miente en abstracto y sólo cuando no te quede otra miente en concreto, que es allí donde te cachan”. Ay, Pepe, pues qué te dio por mentir tan en redondo, que fue ETA, que… Pero éste de aquí se ve más seriecito; me contaron que le recitaron chistes de Gila, de ese humor ibérico añejado, y no se rió y luego invitó a los presentes a una reunión en la que cantarían canciones del sur de Michoacán.
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La primera vez que lo vi me impresionó. Traía su fama consigo, y eso los subalternos lo captan luego luego. Él sonrió, lo que no tendría nada de particular salvo el hecho de que, según me dijeron, también tarifaba sus sonrisas. Bueno, apenas una semana en tierra de los aztecas y ya tenía a sus órdenes una operación gigantesca, hacer ganar a un hombre que no sobrenadaba en carisma, bueno, José María Aznar tampoco era un tablao flamenco y sin embargo ahí la llevaba bien hasta aquel día de marzo del atentado terrorista, pero, hombre, mi jefe se le había dicho: “Miente en abstracto y sólo cuando no te quede otra miente en concreto, que es allí donde te cachan”. Ay, Pepe, pues qué te dio por mentir tan en redondo, que fue ETA, que… Pero éste de aquí se ve más seriecito; me contaron que le recitaron chistes de Gila, de ese humor ibérico añejado, y no se rió y luego invitó a los presentes a una reunión en la que cantarían canciones del sur de Michoacán.