“Que el fraude electoral jamás se olvide”
El tal Salinas, que en 1995 mereció el más severo repudio de la generalidad de los mexicanos, incluidos los de su mismo partido, anda tan campante haciendo política y mostrando su real poder. Cómo es posible que el más señalado causante del mayor atentado a la economía popular disfrute de plena impunidad.
Sé que sería un iluso si esperara que la justicia institucional lo procesara en su calidad de delincuente; hay que recordar que perro no come perro. Pero lamento profundamente que la opinión pública le esté otorgando la amnistía, el perdón por el olvido; aunque debo reconocer que esa añeja entelequia, la opinión pública, ya tiene rato que perdió su razón de ser, ahora la única que priva es la “respuesta de los mercados” y esa premia a Salinas por su entreguismo. Antes, a los políticos, como a los perros, se les enseñaba y controlaba a periodicazos; ahora sólo les preocupa la opinión de las calificadoras de Wall Street, cuyos parámetros pasan por cualquier indicador, menos el que se refiere al interés del pueblo. Es así que, para beneplácito de los privilegiados de siempre, el chupacabras vuelve por sus fueros como garante de sus mezquinos intereses, en pleno contubernio con el poder de los medios de comunicación, los que hoy lo incluyen como su más refulgente estrella.
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Sé que sería un iluso si esperara que la justicia institucional lo procesara en su calidad de delincuente; hay que recordar que perro no come perro. Pero lamento profundamente que la opinión pública le esté otorgando la amnistía, el perdón por el olvido; aunque debo reconocer que esa añeja entelequia, la opinión pública, ya tiene rato que perdió su razón de ser, ahora la única que priva es la “respuesta de los mercados” y esa premia a Salinas por su entreguismo. Antes, a los políticos, como a los perros, se les enseñaba y controlaba a periodicazos; ahora sólo les preocupa la opinión de las calificadoras de Wall Street, cuyos parámetros pasan por cualquier indicador, menos el que se refiere al interés del pueblo. Es así que, para beneplácito de los privilegiados de siempre, el chupacabras vuelve por sus fueros como garante de sus mezquinos intereses, en pleno contubernio con el poder de los medios de comunicación, los que hoy lo incluyen como su más refulgente estrella.