Cuando se definió la estrategia contra las organizaciones delincuenciales como una “guerra” y se cifró su éxito en desplegar la presencia masiva del Ejército mexicano en las zonas de mayor conflicto, se formularon diversos cuestionamientos. ¿Se podría ganar esa guerra, así definida? ¿Había que exponer al las Fuerzas Armadas más allá de lo estrictamente indispensable, para ganar aprobación política? ¿Qué vendría después del Ejército, si no se contenía la violencia? La estrategia no funcionó. |