“Que el fraude electoral jamás se olvide”
Decían los viejos campesinos que el clima de cada uno de los días del mes de enero anuncia el clima que prevalecerá en cada uno de los meses del año. A tales días se les conocía como las “cabañuelas”. Si tal método de predicción meteorológica fuese valedero y si, además, su aplicación se extendiese al clima político y económico, confirmaríamos que el año que comienza “pinta color de hormiga”.
Siguiendo con las consejas de la sabiduría popular, habría que incluir la de la “cuesta de enero”, que hace referencia al tremendo esfuerzo que implica el transcurrir por el primer mes, después de las fiestas del fin del año, antaño abundantes en materia de comer y beber (antes de las crisis recurrentes) o las apreturas resultantes del exceso de gastos propios de la temporada (también de antes de las crisis) así como también por los ajustes a la alza de los precios de las mercancías, después de las ofertas navideñas. Cualesquiera que sean las vías de la prognosis, todas apuntan tremendos nubarrones, en tanto que la de enero ya no es una simple cuesta sino un acantilado al que hay que trepar con las uñas, sin cuerda ni malla de protección, y no sólo en enero sino para todo el año.
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Siguiendo con las consejas de la sabiduría popular, habría que incluir la de la “cuesta de enero”, que hace referencia al tremendo esfuerzo que implica el transcurrir por el primer mes, después de las fiestas del fin del año, antaño abundantes en materia de comer y beber (antes de las crisis recurrentes) o las apreturas resultantes del exceso de gastos propios de la temporada (también de antes de las crisis) así como también por los ajustes a la alza de los precios de las mercancías, después de las ofertas navideñas. Cualesquiera que sean las vías de la prognosis, todas apuntan tremendos nubarrones, en tanto que la de enero ya no es una simple cuesta sino un acantilado al que hay que trepar con las uñas, sin cuerda ni malla de protección, y no sólo en enero sino para todo el año.