Más vale consorcio que fuerza
¿Para qué vencer a los rivales si uno puede unírseles? En junio, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) dará a conocer al ganador de la concesión de parte de su red ociosa de fibra óptica y ya se perfila uno, al que difícilmente algún otro competidor le hará sombra. A menos que la Comisión Federal de Competencia (CFC), la agencia antimonopolios, vete su participación, es previsible que el trinomio conformado por Televisa, Megacable y Telefónica se lleve la mayor parte, o incuso la totalidad, de las tres rutas que suman 19,469 kilómetros de red —más los tramos por construir— que la empresa estatal licitará por 20 años.
La razón económica de ser de este consorcio es clara: su objetivo es explotar de una forma más eficiente el uso de la fibra óptica. La alianza se da además en un contexto de consolidación sectorial, donde la tendencia se enfila hacia la convergencia de los operadores, que buscan ofrecer servicios empaquetados de telefonía fija y móvil, internet y video. Sin embargo, el hecho de que esta asociación se establezca de forma previa a la adjudicación, y no ex post, distorsionará el proceso de subasta porque difícilmente quedarán adversarios con el suficiente músculo financiero para hacerle frente.
La licitación pública de cualquier bien tiene por objeto que la rivalidad entre los participantes lleve a que se pague el precio más elevado posible por dicho bien. Ello representa no solamente un beneficio en términos de recaudación para el que subasta o licita —en este caso el gobierno federal—, también refleja el precio en el que los interesados valúan aquello que se subasta.
Pero en el caso de la red de la CFE, que representa una quinta parte de la de Telmex y llega a regiones donde hay poca competencia para la empresa controlada por Carlos Slim, este grupo “no deja un rival de igual potencialidad financiera para que sea un competidor que incentive a pujar fuerte por la fibra óptica”, señala Ramiro Tovar, consultor en regulación y competencia económica y profesor del ITAM. Dicho esfuerzo coordinado entre operadores produce un efecto anticompetitivo para jugadores de menor tamaño.
Por odiosas que sean las comparaciones, mientras que el departamento de Justicia de EU impide que los postores formen consorcios para que participen en ciertas subastas públicas, “aquí anuncian el (mencionado) consorcio y no pasa nada”, critica el académico.
Si por el contrario, las autoridades mexicanas propiciaran su conformación entre los ganadores de los diferentes tramos subastados, donde cada quien aportara lo que ganó en la licitación, el efecto de un consorcio podría ser procompetitivo porque alentaría la participación de operadores más pequeños que de otra forma tendrían nulas posibilidades de ganar.
Sobre la alianza, Ermilo Vázquez, director de Regulación e Interconexión de la compañía Axtel, opina que se trata de “una manera eficiente de concursar”, y que dado que las necesidades de cada uno son distintas, la inversión podría implicar que alguna de las partes subsidie a otras.
Ernesto Piedras, director de la consultoría The Competitive Intelligence Unit (CIU), afirma: “Quien gane (la licitación) tendrá la combinación de experiencia tecnológica, músculo financiero y habilidad empresarial. Es lógico que esto tienda a estar presente más en operadores grandes”.
Pero luego de una alianza entre Televisa, una empresa que se perfila como un competidor muy fuerte en varias plataformas de telecomunicaciones —alámbricas e inalámbricas— y a las que integra su poder en generación de contenidos, Megacable, el más grande operador de sistemas de cable en el occidente y el norte del país, y Telefónica, el gigante de las comunicaciones español, ¿quién queda?
POCOS PARA DARLES MUCHO
En realidad no quedan muchas empresas. Si bien Telmex, que declinó dar un comentario para este reportaje, no está limitado en las bases de la licitación para participar, queda prácticamente descartado dado que la CFC difícilmente le otorgará un aval.
Después de todo, el gobierno impulsa la subasta de la llamada fibra oscura de la compañía eléctrica (se le llama así porque no está conectada a los extremos y por lo tanto espera la hora de ser iluminada para que por ahí viajen las comunicaciones) para dar pie al surgimiento de una red paralela a la de Teléfonos de México –que tiene alrededor de 80% de la líneas fijas del país– y así bajar aún más los precios de los servicios.
Televisión Azteca, junto con Iusacell y la Cámara Nacional de la Industria Electrónica, de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información, también podría establecer un consorcio. Axtel, el segundo operador de telefonía fija del país, también se descarta. “No estamos interesados en participar, entre otras razones porque consideramos que los precios para la licitación son muy altos. Son más de 800 millones de pesos (mdp) sólo por hacerse de la fibra óptica, sin contar otras condiciones de la propia licitación, como el pago de los tramos que no existen y que son necesarios para hacer útil cada una de las rutas objeto de la licitación y que sólo la CFE podrá construir, de acuerdo a las bases”, dice Vázquez, de la firma regiomontana, cuya red de larga distancia tiene una cobertura de 7,630 kilómetros.
El tema de los precios es relativo. Tovar, del ITAM, calcula que el precio mínimo para la subasta de la red de la CFE es alrededor de 30% inferior al costo promedio internacional por metro por par de fibra óptica, que es de 5 dólares. Eso sin mencionar que el precio en México debería ser superior si se considera la geografía accidentada del país que encarece las extensiones de los tramos de la red de fibra óptica.
Bajo dicha consideración, el precio internacional por kilómetro por par (los hilos de la red se licitan en pares que transmiten en direcciones opuestas) de fibra óptica es de 5,000 dólares, lo que –bajo una paridad de 12.75 pesos por la divisa estadounidense– esquivale a 63,750 pesos. Dado que la red que oferta la CFE tiene una extensión de 19,469 kilómetros construidos, su valor ascendería entonces a por lo menos 1,241 mdp. El precio mínimo para la puja determinado por el Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales es de 858 mdp; esto es 31% inferior.
Dicho de otro modo, si uno o varios postores pagaran sólo el precio mínimo solicitado por la red, se estarían ahorrando 383 mdp o un tercio de lo que les costaría construirla. Se trata de un considerable subsidio a la entrada traducido en un precio más que atractivo, aunque cabe señalar que en este caso lo que más vale no es el precio de la asignación, sino el tráfico de comunicaciones que se transmitirán por la red.
Por si esto fuera poco, la propia autoridad podría estar propiciando un problema de concentración, al licitar sólo un par de hilos de su red, cuyo tendido llega prácticamente a todos los hogares del país. “¿Por qué no se licitan más de dos hilos?”, cuestiona Piedras, de CIU. Según el especialista, la CFE cuenta con hilos de sobra en toda su red para limitar más de un par y dar cabida así a un mayor número de jugadores. “La CFE al no licitar más de un par está provocando una nueva forma de concentración de mercado”, que favorece al ganador de la licitación en curso.
Éste será, casi sin lugar a duda, el trinomio Televisa-Megacable-Telefónica, en el caso de que el mencionado consorcio no encuentre oposición por parte de la agencia antimonopolios encabezada por Eduardo Pérez Motta. De ser así, no habrá quién le compita en un proceso de licitación que será prácticamente un día de campo y donde tendrá garantizado un precio bajo de adjudicación.