sábado, 18 de septiembre de 2010

Memorias de Mis Tiempos – 005 - El Coloso

Memorias de Mis Tiempos – 005 - El Coloso

Por Pomponio

I. De cómo el usurpador operó

Como lo he estado escribiendo aquí en estas columnas, esperaba que el usurpador sacara el cobre de alguna manera. No me hubiera sorprendido un viva a Iturbide o a Miramón o al padre Miranda (este ultimo hijoeputa fue el que causo la guerra de Reforma e hizo asesinar a Melchor Ocampo). Pero era mucho esperar que el usurpador hubiera tenido los huevos para declarar abiertamente sus creencias. Cobardemente, el usurpador decidió operar en lo oscurito y tomar ventaja de la ignorancia de su historia en que han sumido al pueblo de México.

El usurpador dio su venia para que se alzara un “coloso” en medio del zocalo. No se explico quien chingaos era este fulano. Era un bigotón. Algunos cabrones sugirieron que se trataba del burro parado. Otros decían que era Stalin. La última versión es que se trata de Benjamin Argumedo. Me cague de la risa al oír este ultimo nombre pero eso explica muchas cosas.

Vamos examinando a Argumedo. Y para hacerlo debemos conocer a los “colorados”.

II. Praxedis

Verán, chiquillos y chiquillas, los “colorados” eran llamados ansina por ser rojillos. Y es que estos colorados eran el brazo armado del magonismo. Los hermanos Magón habían estado por años tratando de organizar su revuelta contra el “buitre viejo”, don Porfirio. Fundaron el llamado Partido Liberal Mexicano. Hicieron repetidos intentos de sublevarse contra el buitre viejo y todos fracasaron.

Los hermanos Magón hacian su labor de zapa contra el buitre viejo desde San Antonio, donde publicaban su periódico Regeneración (por esto es que el periodico de AMLO se llama ansina). Pero se necesitaban líderes con huevos que visitaran y coordinaran a los magonistas todavía activos dentro de la republica. Praxedis Guerrero, poeta guanajuatense nacido niño bien en una familia de hacendados, fue uno de los principales líderes magonistas que operaban dentro de México. El joven Praxedis era rebelde y se puso a leer a Bakunin y a Marx y, como don Alonso Quijano, leyó en demasía los libros de caballería y se volvió “rojillo”.

Para que calen la clase de hombre que era Praxedis le cito parte de sus escritos:

“…el tirano y el asaltante comparten la misma perversidad…sin embargo el asaltante opera solo…pero el tirano requiere de la complacencia de la sociedad para hacer sus crímenes…la tiranía es un síntoma de una sociedad enferma y la única cura es la revolución…deploramos la violencia, nos repugna, pero la preferimos a la alternativa de permitir que siga mandando un tirano…le hacemos la guerra al tirano y nos contentamos con derrocarlo y no necesitamos manchar nuestras manos con su sangre…el objetivo de nuestra revolución es destruir las causas de la miseria, de la ignorancia, y del despotismo…”

Para 1906 Praxedis andaba por toda la republica repartiendo copias de Regeneración y visitando, reclutando gente, y alentando a los magonistas. Era algo peligrosísimo pues si era descubierto el gobierno lo hubiera refundido en las tinajas de San Juan de Ulua. Praxedis se valía en que podía pasarse por catrin y niño bien y ansina las autoridades ni sospechaban de él. Al llegar al sur de Veracruz Praxedis se entrevisto con Hilario Salas y Manuel Pavón. Estos últimos habían intentado sublevarse el 30 de septiembre de 1906 en Acayucan ero el gobierno les partió la jeta y andaban ahora a salto de mata. El de Acayucan fue el primer intento de alzamiento de los magonistas. El segundo tomo lugar el 24 de junio de 1907 en Viesca, Coahuila y también fracasó.

El caso es que Praxedis les hizo saber a todos los grupos revolucionarios con que se reunió que, en efecto, Madero planeaba una revuelta para el 20 de noviembre de 1910. Sin embargo, el magonismo pintaba su raya con los maderistas. La junta coordinadora del Partido Liberal Mexicano circuló el siguiente comunicado:

“…la Junta recomienda alzarse junto con los maderistas pero no unirse a ellos…intentaremos convencer a todo hombre de buena fe que se una a nuestra causa al mismo tiempo que combatiremos las tendencias (burguesas) del maderismo, con tal de que la revolución se haga en beneficio del pueblo mexicano y no sea tan solo un instrumento para que un ambicioso llegue al poder…”

Y es que como bien lo describe Katz: “…la visión del mundo de Madero compartía dos convicciones fundamentales con las de los ‘científicos’ porfiristas: en primer lugar, que solo un flujo continuo de capitales extranjeros permitiría a México modernizarse, aunque, por supuesto, era imperativo reglamentar mejor ese flujo de inversión…para modernizar la agricultura mexicana eran indispensables las grandes propiedades agrarias. Las haciendas, por supuesto, deberían ser administradas por hacendados progresistas, justos y generosos, sin tiendas de raya para explotar al peonaje. Así pues, Madero estaba de acuerdo en lo esencial con los ‘científicos’ al pensar que el sistema socioeconómico existente era el único racional y que había que conservarlo…”

Hay entonces dos visiones de lo que debe ser el gran cambio de 1910. No iban a tardar en enfrentarse con las armas en las manos.

El 19 de diciembre de 1910 Praxedis cruzo la frontera y se interno en Chihuahua. Sus fuerzas tomaron varios trenes y luego se dirigió a Casas Grandes con 32 seguidores. Sin embargo, Praxedis obtuvo información que habían 450 federales en Casas Grandes. Decidió mejor irse sobre el pueblo de Janos y tomaron este el día 29. Cundió la alarma y 150 federales se presentaron en Janos. Praxedis y la mayoría de sus hombres murieron ahí en Janos.

Con el triunfo del maderismo murieron muchos de los cabecillas más audaces y valiosos del magonismo. Y es que estos eran los mas aguerridos y mas devotos a la causa, es decir, los lideres naturales, y eran los que se paraban frente a las ametralladoras federales y les decían a la gente: “síganme”. A pesar de los huevos que demostraron los magonistas no fueron bien vistos por el maderismo. Había diferencias irreconciliables entre ambos grupos como lo describió Katz.

A los ojos de los magonistas poco había cambiado con la caida del buitre viejo. El presidente interino era León de la Barra, un viejo porfirista y científico. Madero, seguro del triunfo en las elecciones presidenciales, buscaba congraciarse con las elites porfiristas. Protegía a los hacendados en Morelos y esto causo el alzamiento de los zapatistas. El ejército siguió siendo el mismo grupo de pelones sádicos de don Porfirio. Pero los magonistaa habían perdido sus mejores hombres en la revuelta inicial. La tragedia de los “colorados” fue que se agruparon alrededor de Pascual Orozco.

III. Pascual Orozco

Era Pascual Orozco un ex arriero que había tenido broncas con los Terrazas y con gusto se unió a la revolución. En Ciudad Juárez Orozco fue el artífice de la toma de esta ciudad, lo que llevo a la caída del dictador. Pero los orígenes humildes de Orozco causo que Madero no lo recompensara como se lo merecía. Don Pancho no le dio la secretaria de guerra como Orozco quería. Esta fue otorgada a Carranza, otro hacendado. A Orozco le dieron un hueso de jefe de los rurales de Chihuahua.

Los magonistas se aproximaron a Orozco y lo postularon a la gubernatura de Chihuahua. Orozco busco ganar a toda costa y se aproximo a la familia de los Terrazas, los hacendados con los que había tenido broncas antes de la revolución. Al enterarse de ello, muchos viejos luchadores magonistas abandonaron sus filas desilusionados. Un Praxedis Guerrero, recordaban, nunca hubiera andado lambisconeando a los Terrazas. Otros revolucionarios, como Pancho Villa, se enemistaron con Orozco. Sin embargo, Orozco no se quedo del todo solo. Había muchos colorados que lo seguían tan solo por lealtad al partido. También recordaban que Orozco era de huevos y que había sido el verdadero autor de la caída de Ciudad Juárez.

Madero le hizo ver a Orozco que no lo quería de gobernador de Chihuahua, que él tenia ya candidato, don Abraham González, el cual era el actual gobernador interino. Fue inevitable entonces que en marzo de 1912 los colorados se le alzaran a Madero. Es mas, usted, respetable lector, ha probablemente cantado esto que le estoy contando sin darse cuenta. Tome usted la primera estrofa de carabina 30-30:

Carabina 30 30
Que los rebeldes portaban
Y decían los maderistas
Que con ellas no mataban.

Obviamente estos rebeldes se oponían a los maderistas, ¿verdad? Se trata, lector, de los colorados. La primera estrofa es un homenaje no solo al rifle sino también recuerda a Orozco y sus hombres. Y entre estos se encontraba Benjamin Argumedo.

III. Rellano

Madero mando al norte a una columna a combatir a Orozco. Se trataba de lo mejorcito del viejo ejercito federal porfirista. Al frente iba el general José González Salas y la caballería estaba al mando del gordo Trucy Aubert.

Las operaciones de los federales se desarrollaron de la siguiente manera. Al frente y en los flancos exploraba la caballería de Aubert. Luego venían los trenes federales con la infantería.

La maniobras de la caballería de Aubert estaban a la altura de los Uhlanes del Kaiser. Sin embargo, el bolsón de Mapimi NO es Europa y el enemigo que tenían al frente NO eran franceses o ingleses. Los colorados vigilaban la columna federal. Sus caballos eran mas correosos, chiquitos, y ágiles que los caballotes europeos con que don Porfirio había estado equipando a la caballeria mexicana hasta su caída. Estos de plano no aguantaban los calores tan bien como los ponies mexicanos y tampoco tenían la habilidad requerida para andar entre las “abruptas serranías” del norte de México. Fue fácil para los colorados dispersar o hacer que se perdieran la gente de Aubert. Orozco decidió esperar a los federales en un punto llamado Rellano.

Para cuando llegaron los federales a Rellano González Salas ya había perdido contacto con la caballería de Aubert. El gordo no era un Murat definitivamente. Igual que Lee al perder contacto con Stuart en Gettysburg, González Salas estaba ciego y no sabia que se aproximaba. Al llegar a Rellano los federales descubrieron que los colorados habían quitado un tramo de la vía. Esto los obligo a al convoy federal a pararse mientras los zapadores restablecían la vía. Los federales esperaban una emboscada de un momento a otro.

Orozco soltó una maquina loca cargada de dinamita a toda velocidad contra el convoy federal. Tal fue el vuelo que esta traía que incluso se salto el tramo faltante de la vía y se fue a estrellar contra el convoy federal. Fue traumático pero los federales la habían visto venir y se habían bajado del tren y sus bajas no fueron mayores aunque había mucha confusión en sus filas. Pero fue entonces que los colorados atacaron los convoyes desde los flancos. González Salas y sus oficiales a duras penas lograron rechazarlos y el general ordeno la retirada.

Ya de vuelta en Torreón, González Salas, un militar probo, todavía no tenia noticias de Aubert. Pensó que este y toda su caballería había sido destrozada por los colorados (la verdad es que andaban perdidos y dispersos entre las cañadas).

--Le he fallado al señor Madero y me he deshonrado –anuncio González Salas.

Pidió a su estado mayor que lo dejaran solo en su oficina unos minutos. Se oyó un plomazo. Los ayudantes entraron y encontraron que le general se había volado la tapa de los sesos. Es obvio que ya no hacen militares como González Salas a los que el honor y lealtad lo era todo.

IV. Segunda Batalla de Rellano

A partir de Rellano las filas de los colorados se nutrieron de seguidores. Orozco controlaba ya todo el estado de Chihuahua, a excepción de Parral. Y es que en Parral se encontraba Francisco Villa con su gente. Villa había rechazado las ofertas de Orozco pues no quería ser desleal a Madero y también porque le era muy leal a don Abraham González.

Orozco se dirigió a Parral con sus tropas. La batalla fue encarnizada y los colorados y los villistas ahí aprendieron a odiarse a muerte. Eventualmente Orozco triunfo y Pancho abandono la ciudad. Se dirigió al sur en busca de una nueva columna que Madero había mandado. Esta estaba al mando de un pelón duro y cabrón: Victoriano Huerta.

El primer contacto con la columna federal tomo lugar en el lugar llamado Estación Conejos. Los colorados atacaron los convoyes pero esta vez no tuvieron éxito. En su retirada perdieron parte de su artillería.

Orozco decidió esperar a los federales en Bachimba cerca de Rellano. La vía del tren penetra ahí entre dos líneas de cerros. Orozco embosco a su gente en ambos lados. Pero debido a que había perdido varios cañones en Conejos solo pudo emplazar estos en el lado oriente.

Los federales avanzaban con lentitud pues los colorados habían levantado las vías en varios lugares. Esta vez la caballería villista hacia los reconocimientos y Huerta estaba enterado de todos los movimientos de los colorados. Huerta sabía entonces que en Bachimba se preparaba una emboscada. El pelón fríamente ordeno que sus trenes se metieran ahí. Iba a batir a los colorados sin importarle la sangre que se derramara o que tan letal fuera su emboscada.

Al entrar los federales al cañón, Huerta ordeno a la caballería villista que asaltara los cerros donde estaba emplazada la artillería colorada. Villa hizo esto, a cambio de tremendas bajas entre su gente. Los federales emplazaron su artillería en esos mismos cerros y empezaron a bombardear las líneas coloradas. Orozco no tuvo alternativa sino ordenar la retirada. Volvió a intentar otra vez el truco de la maquina loca pero esta vez los zapadores federales, bajo el fuego colorado, habían construido un terraplén que evito que esta llegara al convoy principal.

La derrota colorada fue total. Huerta tomo Ciudad Juárez. Orozco y su gente se fueron a merodear en los cerros. Y huyendo entre los cerros cual coyote estaba Benjamin Argumedo.

V. Victoriano

Al regresar a la Ciudad de México Huerta esperaba reconocimientos y honores de parte del señor Madero. Pensaba que bien podría ser designado ministro de guerra. Tal no ocurrió. Madero le pidió a Huerta su renuncia del ejercito. Huerta, acuérdense, era de sangre 100% indígena. El gabinete neoporfiriano de Madero tenía puros “güeritos”.

Otro que llego a la Ciudad de México, en calidad de preso, fue Francisco Villa. En una de tantas escaramuzas con los orozquistas Pancho se había vuelto muy rejego con Huerta. Era evidente que Huerta los estaba usando como carne de cañón. Pancho se negó a regresarle a los federales unos caballos que su gente había tomado. El audaz ex abigeo no tenia concepto ni respeto a la “disciplina meletar”. Huerta ordeno fusilar a Pancho. Afortunadamente Gustavo Madero estaba presente y logro cambiar la orden. Pancho fue mandado en grilletes a la Ciudad de México.

Desempleado y amargado Huerta se dedico a tomar y deambular por la ciudad de México. Su “padrino” político, el general Bernardo Reyes, se encontraba preso por insurrecto en la prisión militar de Santiago Tlaltelolco. Reyes, cuando gobernador de Nuevo Loen bajo don Porfirio, le había dado empleo a Huerta en otra ocasión en que Victoriano también había sido licenciado del ejercito.

Villa, mientras tanto, estaba preso en Lecumberri. El centauro no duro ahí mucho. Se fugo rasurándose el bigote y poniéndose un sombrero de catrin. Salio caminando como si tan tranquilamente como el Chapo en Puente Grande. Y es que, como Villa lo confiesa: “vestido ansina y rasurado parecía cura y los guardias no me dijeron nada.”

Pancho se pelo al norte. Agradecido con los Madero, hizo intentos de avisarle a Madero de la conspiración que se tramaba contra él. Según el embajador de Cuba, Márquez Sterling:

“Madero es un apóstol a quien la clase alta desprecia y de quien las clases bajas recelan. ¡Nos ha engañado a todos! No tiene un átomo de energía. No sabe poner al rojo el acero. Y le ha dado la manía de proclamarse un gran demócrata. ¡No fusila, señor! ¿Cree usted que un presidente que no fusila, que no castiga, que no se hace temer, que invoca siempre las leyes y los principios, puede presidir? El mundo todo es mentira, ¿cómo pretende Madero gobernarnos con la verdad? Si dentro del 'apóstol' hubiera un don Porfirio oculto y callado, México sería feliz".

El 9 de febrero de 1913 comienza el cuartelazo. Lo encabeza Félix Díaz, sobrino de don Porfirio, Manuel Mondragón, un artillero experto, y Bernardo Reyes. Mientras los alzados fracasan en tomar el palacio nacional (enfrente del cual Bernardo Reyes muere), Madero se hace escoltar por los cadetes del colegio militar y se dirige a palacio. Su camino se interrumpe pues adelante hay un tiroteo. El presidente se refugia en un establecimiento comercial llamado la Fotografía Daguerre. Adentro hay otro refugiado que Madero reconoce.

--Hola general Huerta.

--Hola señor presidente.

--Voy a necesitar a un general de huevos para meter en cintura a estos amigos. ¿Estaría usted dispuesto a volver al ejercito?

--Estoy a sus órdenes.

Días después se consumo la traición. Huerta hace asesinar a Madero y Pino Suárez atrasito de Lecumberri, de donde Pancho se había fugado tan recientemente.

Los informes que le llegan a Victoriano, flamante presidente de la republica, no son alentadores. En el sur Zapata seguía sublevado. Este se había alzado contra Madero porque este seguía poniéndose del lado de los hacendados (perro no come perro) y estos no respetaban los derechos de los pueblos indígenas, las antiguas “republicas de indios” de los españoles. En el norte la situación es también delicada. Hay varios alzamientos, en Chihuahua, en Sonora, etc.

--Tendremos que volver a mandar columnas al norte –concluyo Huerta.

--¿A quien ponemos al frente de la caballería, señor presidente? ¿A Trucy Aubert? –le pregunto el ministro de guerra.

--No. Necesito un cabrón que conozca el desierto y que no nos deje colgados de la brocha como hizo el gordo.

--Pero, ¿a quien?

--Para que la cuña apriete, tiene que ser del mesmo palo –concluyo Huerta--. Escuche, háganle saber a Orozco y sus colorados que les concederé la amnistía si se unen conmigo. Aparte de la caballería de ese hijoeputa de Villa, los colorados son la mejor caballería que conozco.

VI. De cómo no hay diferencia entre Zacatecas y Troya

El 23 de junio de 1914 la división del norte consumo la derrota final del ejercito del usurpador. Felipe Ángeles emplazo magistralmente su artillería y sujeto a las posiciones federales en el cerro de la bufa a un huracán de acero. Como lo describe Ángeles:

“Veía yo acumularse los episodios que más gratamente me impresionaron: la precisión de las fases; el ímpetu del ataque; el huracán de acero y plomo; las detonaciones de las armas multiplicadas al infinito por el eco que simulaba un cataclismo; el esfuerzo heroico de las almas débiles para marchar encorvados contra la tempestad de la muerte; las muertes súbitas y trágicas tras las explosiones de las granadas; los heridos heroicos que como Rodolfo Fierro andaban chorreando sangre… y, finalmente, la serena caída de la tarde, con la plena seguridad de la victoria que viene sonriente y cariñosa a acariciar la frente de Francisco Villa”.

Cuenta Homero que Apolo intervino en la guerra de Troya y animaron al héroe troyano Eneas a buscar pelea con el griego Aquiles. Luego los dioses enloquecieron a Aquiles y este recorría el campo de batalla gritando que se presentara Héctor, el campeón principal de los Troyanos.

No se si fue Huichilobos el que enloqueció a Rodolfo Fierro pero el caso es que este recorría la Bufa, chorreando sangre como lo describe Ángeles, y versificando como solo los héroes pueden hacer cuando los tocan los dioses:

“¿Dónde andas Argumedo, tu que nunca tienes miedo? Ven, que te ando buscando. Vámonos de una vez matando.”

Pero lo que quedaba de la caballería colorada, viendo como el ejercito pelón se quebraba ante los villistas ya había evacuado la plaza. Argumedo y los colorados desaparecerían en el vorágine de la revolución.

VII. Conclusión

Cuando veo al coloso y me indican que es Argumedo me embarga la tristeza. Y es que la historia de los colorados es una tragedia. De los ideales prístinos de Praxedis Guerrero los colorados acabaron siendo la carne de cañón del ejército pretoriano de Victoriano Huerta. No, no disculpo a Madero el cual, si, hizo muchos errores. Pero por lo menos era sincero y no negaba lo que era, un hacendado metido a revolucionario.

Por eso no culpo a los colorados por alzarse contra Madero. Creo que hasta el mismo Praxedis lo hubiera hecho si hubiera vivido. Si condenamos a los colorados, tendríamos que llamar también traidor a Emiliano Zapata, que también se alzó contra Madero. Pero si culpo a los colorados por haberse aliado a los pretorianos del pelon, de lentes, borrachin, mocho, del bajío, que se vestía de militar, que perdió una guerra, que era pelele de la embajada gringa, usurpador, y odiado en todo México. Y conste, me estoy refiriendo a Victoriano Huerta.

¿Por qué levantar este homenaje a Argumedo? ¿Qué quiere recordarnos el usurpador? ¿Acaso quiere que olvidemos a Praxedis Guerrero? ¿O que olvidemos la defensa de Parral que hizo Villa? ¿O como Pancho y su gente con muchos huevos capturaron la artillería colorada en Bachimba? ¿O a Rodolfo Fierro buscando a Argumedo cual Aquiles buscando a Héctor?

¿Por qué recordar a Argumedo y no a los Magón? ¿O a don Felipe Ángeles? ¿O al mismo centauro Pancho Villa? Vamos, hasta veladoras con la imagen del centauro venden. Hasta los chicanos recuerdan a Villa con orgullo. A Argumedo o a Orozco naiden los conoce o los recuerda. ¿No se contenta el régimen con tener pendejos a los mexicanos sino que encima les quiere vender héroes que son verdaderos productos chatarra?

No es la primera vez que los ideales de un grupo revolucionario son traicionados y que unos vivales se agandallan la bandera de estos. Tampoco es la primera vez que esos vivales van y pactan con la oligarquía con tal de obtener hueso, igual que hizo Orozco buscando el apoyo de los Terrazas para llegar a gobernador de Chihuahua. Ahí esta el caso del PRD y como ese partido ha sido tomado por un grupo de vivales. ¿Y no es acaso cierto que han buscado aliarse con lo mas retrogrado de la derecha nacional con tal de hacerse de un hueso?

Llego entonces a la conclusión que no, el coloso NO es Benjamin Argumedo. El coloso si representa a la traición, a los ideales pervertidos, a la búsqueda del acomodo con los oligarcas. El coloso, estimado lector, es Jesús Ortega, el jefe de los chuchos, herederos de Pascual Orozco y los colorados.

FIN