martes, 23 de noviembre de 2010

País de locos… y hambrientos

Ricardo Rocha

Tan sólo las noticias de los cinco días recientes están como para salir corriendo. A ver quién apaga la luz y cierra la puerta.

En un elegante hotel de Reforma, se monta la farsa de una subasta de compradores no identificados. Se rematan anillos, relojes y hasta aviones de millones de pesos; todos manchados por la sangre del narco. Pero hay, por supuesto, quienes no le hacen asquitos a comprarse una camionetota para ir al súper con los niños. ¿Y las mansiones, apá? Ah, esas se subastan en privado para altos funcionarios y ex procuradores que disfrutan de la Navidad en una casotota con toda la familia. Ahí mismo donde se contaban las drogas, las pacas de dinero sucio, las chamaconas y los gruperos.

Mientras, siguen el duelo y las lágrimas por el nuevo retenazo donde dos jóvenes fueron baleados y muertos en Tabasco por un montón de soldados y marinos. Igual pasó en Sinaloa, Tamaulipas, Nuevo León o en el Tec de Monterrey: familias enteras, chavos y niños inocentes asesinados por las balas del Ejército. En premio, el mandamás de seguridad propone que sean los militares quienes entrenen a los policías estatales para “más alcance en el combate anticrimen”. O sea que habrá más retenazos en todo el territorio. Y a esta guerra que vamos ganando —aunque no lo parezca— agréguele usted la iniciativa presidencial para que todo el personal de la Sedena se sume a la lucha antinarco. Así que los médicos, los ingenieros y los administradores dejarán de hacerse guajes detrás de un escritorio para reforzar a los combatientes en las calles.
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