Rubén Cortés, La Razón
23 de octubre de 2012
La estatua del GDF en honor al dictador de Azerbaiyán en Paseo de la Reforma, a cambio de seis millones de dólares, ya es un peso muerto del cual Marcelo Ebrard se hará un favor si se deshace de ella rápidamente.
Poco ayuda al aspirante a la Presidencia en 2018 su desconocimiento histórico político mundial, al colocar la efigie de un dictador y violador de derechos humanos como Heydar Aliyev, junto a las de Gandhi y Churchill.
Una ignorancia (o connivencia) recurrente en nuestra izquierda: antes que el GDF inaugurara la estatua, el entonces líder de los senadores del PRD, Carlos Navarrete, viajó a Azerbaiyán para “conocer su sistema político”.
Bastaba un click en la web para leer el famoso obituario de NYT en diciembre de 2003, tras la muerte de Aliyev: “Antiguo general de la policía secreta rusa que por 30 años gobernó a Azerbaiyán con puño de hierro, primero como su líder comunista, luego como presidente electo”.
O el informe de Human Rights Watch del 6 de agosto de 1999: “La policía de Aliyev aplica abuso físico y tortura contra sus opositores, a cuyas familias acosa y secuestra. De octubre de 1994 a enero de 1997 arrestó y torturó a dos mil personas”.
Pero Navarrete regresó elogiando al hijo del dictador, Ilham Heydar Oglu, a quien aquel heredó el poder, por “su alta capacitación para dirigir los destinos del país”.
Navarrete gusta de esos viajes: Reforma reveló en 2011 que llevó a su familia de vacaciones a República Árabe Saharaui y Argelia, en viaje pagado con 70 mil pesos del erario, por ser Presidente del Senado.
Según Navarrete, él pagó los gastos de su familia y no llevó a otros legisladores porque no pudo integrar una “delegación plural”, aunque le resultaba imposible, pues Navarrete ni siquiera reconocía al presidente Calderón.
Como sea, Ebrard abrió una brecha ayer para quitarse el fardo y, al más puro estilo de la escuela priista en la que se formó políticamente, creó “una comisión” que decida el destino de la estatua.
La comisión rechazará la efigie (está integrada por demócratas sin cortapisas: Gabriel Guerra, Gerardo Estrada y Guillermo Osorno) y será lo mejor, pues el affaire Aliyev huele a azufre, ya que formaría parte de un plan internacional pagado para limpiar la imagen de la dictadura azerbaiyana.
Elnur Majidli, perseguido por Heydar padre e hijo, y exiliado en París, le dijo al director deExcélsior, Pascal Beltrán, que “necesariamente tiene que haber corrupción porque así es como opera el régimen de los Heydar”.
Tenga o no razón Majidli, la verdad es que la friolera de seis millones de dólares para colocar una estatua es mucho dinero.
Demasiado… demasiado por unos kilogramos de bronce.
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