miércoles, 18 de junio de 2008

“Que venga un plomero llamado Repsol”

■ Legisladores, más preocupados por el periodo extraordinario que por el debate sobre Pemex

Pemex es un edificio de departamentos, con tinacos viejos, enanos, que jamás podrán cubrir las necesidades de los condóminos que se llenaron de hijos. Un edificio con tuberías antiguas y peligrosas, además, donde las fugas y los accidentes son pan de todos los días. Por si fuera poco, algunos vecinos gandallas se roban el agua de los demás, cuando abren boquetes para ordeñar los cansados tubos. Ni hablar, hay que arreglar el edificio. Tal es, por encimita, la conclusión del undécimo debate petrolero, intitulado Transporte, almacenamiento y distribución de hidrocarburos y derivados. Y hasta ahí llegan las coincidencias.

¿Cómo arreglar el edificio y sus tuberías? A pocos importa este día, metidos diputados y senadores en la urgencia por definir un periodo extraordinario de sesiones para resolver temas que debieron atenderse ayer o hace unos meses.

Sumergida la prensa en la perniciosa práctica del chacaleo, pocos atienden a los ponentes. Baja Carlos Navarrete y lo rodea una nube de cámaras y micrófonos. Baja Gustavo Madero. Baja Emilio Gamboa. Lo mismo con todos. “¿Qué opina de lo que dijo el que se acaba de ir?” Y las más de las veces los políticos, necesitados de su imagen en las pantallas, ávido de que medio México los vea a la hora de la merienda o de la cena, dicen cosas intrascendentes, contestan perogrulladas o se indignan con tonterías frente a las cámaras.

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