Por Ramón Alberto Garza
A menos de dos años de iniciado el sexenio de Felipe Calderón, ya hay signos de una seria ruptura que ensombrece el futuro político de México.
Y ese quiebre es anunciado lo mismo desde adentro de su partido, el PAN, que desde las trincheras del PRD. Parecería que los extremos políticos –el lado más derecho de la derecha y la izquierda más a la izquierda– coincidieran en su severo juicio: el desempeño del gobierno calderonista es muy pobre. Eso pone en peligro el liderazgo presidencial y la estabilidad del régimen en el corto plazo.
Dos libros dan fe en estos días de la decepción.
Uno, “Señal de Alerta”, de Manuel Espino. En el libro editado por Planeta, el ex presidente del PAN enciende las sirenas para advertir de los peligros que implica que sea el priista Manlio Fabio Beltrones quien esté imponiendo la agenda al gobierno panista.
Es una cruda llamada de atención de quien fuera el dirigente nacional blanquiazul durante el controvertido proceso electoral de 2006, en el que se reconoció por escaso margen la victoria de Calderón sobre López Obrador.
Un dirigente panista que en esas páginas asoma las negociaciones
que se dieron entre su partido y los gobernadores del PRI para que éstos operaran un voto útil a favor del candidato Felipe Calderón. De los 10 a los que se les pidió, seis “jalaron”, admite.
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