Quién hubiera pensado hace pocos sexenios, digamos, en tiempos del nefasto Salinas de Gortari o poco antes, durante la grisura delamadridista, que ya es decir malo, neoliberal y tecnócrata, o más acá, durante la grisura zedillista, quién hubiera pensado, decía, que una noticia atroz, de ésas que reflejan el estado de indefensión en que chapoteamos a diario los empavorecidos ciudadanos de este triste país, diez días después de su emisión en la televisión pasaría a convertirse en el guión de un anuncio propagandístico del gobierno. Hubiéramos dicho que nadie es tan cínico. Ahora sucede: las mismas escenas del noticiario cuando daba cuenta de la captura de una veintena de fronterizos mentales metidos a secuestradores; las mismas escenas de la liberación de una comerciante y su hijo, apenas diez días después, son tomas que apoyan el parlamento en off, la voz imperiosa que anuncia, con tono amenazador, que el gobierno federal ahora sí, ¡ahora sí!, se pone las pilas y sale en defensa de su indefenso redil.
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