Ricardo Rocha
Noticias del imperio
Estados Unidos, la otrora superpotencia mundial, el todopoderoso, está enfermo. Y tal vez de muerte
También Roma se murió por dentro. Suele ser así cuando el dominio es tan absoluto y la hegemonía tan insensata. No hay modo de matar el monstruo si no es por sus propias tripas.
Ya está sucediendo en Estados Unidos. La otrora superpotencia mundial. La eterna vencedora en sus guerras de película. Los dueños de la patente del american way of life. El país de las ilusiones. El dueño del destino de la raza humana. El único con capacidad para destruir este planeta hasta siete veces, por si una no fuera suficiente. El propietario del gran garrote. El todopoderoso está enfermo. Y tal vez de muerte.
Y no se trata de virus ajenos; son sus propios demonios los que lo devoran: Vietnam, Granada, Panamá, Afganistán y más recientemente la carísima invasión a Irak para quitarle su petróleo. Diez décadas de atropellos so pretexto de ser los ganadores en las dos grandes guerras de la historia.
También un siglo de codicia sin fin. El capitalismo en todas sus modalidades. Un neoliberalismo hipócrita y un monetarismo salvaje que se roban las cosechas, el sudor y la sangre de los más pobres en forma de créditos y otros mecanismos de control absoluto.
Pues ahora resulta que todo ese inmenso y abusivo poderío está al borde del colapso. Y que Estados Unidos vive la peor crisis económica de su historia desde los días de la gran depresión. Tal vez el fin de sus tiempos. Y todo por la avaricia desatada y sin control en ese reino de la especulación, las transacciones tramposas, las riquezas ficticias y la economía ficción. Una gigantesca burbuja que finalmente reventó.
Por eso e independientemente de lo que haya ocurrido ayer en el Senado estadounidense o lo que pueda pasar en los próximos días, hay costos gigantescos: en lo político, el derrumbe de George W. Bush como el peor de los mandatarios que ha habido jamás; la pérdida de la Presidencia para los republicanos y la consecuente llegada de Barack Obama a la Casa Blanca.
En lo económico, es inevitable una etapa recesiva de efectos globales; es probable que se acelere el proceso de potencias emergentes como China; y lo más importante es que es posible que estemos asistiendo al principio del fin de un sistema brutalmente injusto para las mayorías, en beneficio de unos cuantos.
Lo hemos dicho siempre: el gran problema de nuestro tiempo es un modelo económico que provoca la concentración de la riqueza, el aumento incesante de la pobreza y la polarización social que genera tensiones crecientes e insoportables. Un modelo que con el añadido de la corrupción y la ineficiencia se hace todavía más cruel en países como México. Donde por cierto, la versión oficial es que no nos va a pasar nada porque estamos blindados y —como dice el secretario de Economía— “no vale la pena anticiparnos sobre algo que todavía no pasa”. Falso, nos vienen años de vacas muy flacas: con una severa reducción en las exportaciones; una baja de muchos miles de millones de dólares en el envío de remesas; una reducción en el crecimiento y cada vez más desempleados.
Y lo más grave es que no hay una estrategia definida para enfrentar esta gravísima crisis. Y menos aún un cambio en el totémico modelo económico. Otra vez, el país a la deriva.
PD. Cuarenta años ya y el 2 de octubre que no se olvida. Y cómo, si la impunidad continúa. Y ahí está Echeverría, suelto, cuando debería estar en la cárcel. En cambio, el 68 —aunque no lo reconozcan sus escépticos— nos dejó una herencia enorme de libertad y democracia. Cuando éramos realistas y exigíamos lo imposible.
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