Ana Lilia Pérez / enviada
A un año del accidente ocurrido en la plataforma Usumacinta, las condiciones de los trabajadores asignados a actividades de perforación y producción de crudo en la Sonda de Campeche van en detrimento. La creciente inseguridad, explotación y acoso los ubica en las peores condiciones laborales de los países petroleros del mundo.
Ciudad del Carmen, Campeche. Manuel es sobreviviente del colapso de la plataforma Usumacinta –propiedad de Perforadora Central– en la Sonda de Campeche, ocurrido el 23 de octubre de 2007. El saldo fue de 23 trabajadores muertos.
“Salvo que algunos fuimos transferidos a otras plataformas de la misma empresa y otros despedidos, nada cambió: Perforadora sigue sin dar mantenimiento a las plataformas; algunas ya están muy deterioradas, oxidadas. No se ha cambiado el equipo de seguridad y tampoco nos dan capacitación; pero, además, bajaron los sueldos, según, por las pérdidas de la compañía”, explica.
Aunque es un nadador experto y ha laborado en plataformas petroleras por dos décadas, desde aquel funesto día, dice Manuel, “ya nada es lo mismo”. Apenas el fragor de las olas choca con las patas de la plataforma o el aire corre en vendaval, se azuza y desespera por bajar a tierra. “Es el síndrome del náufrago”, explica el marinero Juan Carlos Ramírez, quien sobrevivió al naufragio de un petrolero en las costas de Vietnam.
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