domingo, 5 de octubre de 2008

Jorge Gómez Naredo Imágenes de nuestro país

JORGE GÓMEZ NAREDO

I

A Felipe Calderón le recordaron, nuevamente, que no es presidente legítimo. Las medidas de seguridad no bastaron, la fina y delicada selección de los invitados tampoco. Durante su discurso en la entrega del Premio Nacional de la Juventud, uno de los galardonados, Andrés Leonardo Gómez Emilsson, le gritó la palabra más sediciosa y peligrosa que en este sexenio pueda pronunciarse: “espurio”. Poco después, cuando Calderón mencionaba los avances democráticos en el país, Marco Virgilio Jiménez Santiago, egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, alzó la voz: “no hay libertad de expresión”. Fue retirado raudamente por varios miembros del Estado Mayor Presidencial y conducido a una habitación contigua. Finalizado el acto donde el Ejecutivo federal ensalzó una y otra vez la libertad de expresión, los dos jóvenes fueron llevados a una agencia del Ministerio Público. Nunca se supo cuál fue el grave delito que cometieron.

Este hecho demuestra la verdadera vocación de quienes hoy detentan, fraudulentamente, el Poder Ejecutivo: intolerancia y criminalización del disenso. Todos los discursos soporíferos de Calderón sobre la libertad de expresión, la apertura democrática y el derecho a pensar distinto son simple y llanamente demagogia: en los hechos, el régimen panista no soporta la diferencia, la crítica ni las voces disonantes. Esto quedó claro, demasiado claro.

II

El martes pasado, en la ciudad de Jalapa, Ramiro Guillén Tapia, presidente del Comité Pro Defensa de los Derechos Humanos en el sur de Veracruz, se prendió fuego. Estaba desesperado: había concertado 106 citas con el gobernador de la entidad, Fidel Herrera Beltrán, para hablar de una disputa ejidal que la Secretaría de la Reforma Agraria no ha solucionado. Todas las citas se las había cancelado el Ejecutivo estatal. Un día después de prenderse fuego, el activista social dejó de existir.

¿Acaso en México es necesario inmolarse para que las autoridades tomen en cuenta a la sociedad?, ¿por qué los gobiernos, que se supone deben representar y atender a los pueblos que los eligen, no lo hacen? Cuando los matafuegos lograron apagar las llamas que carcomían el cuerpo de Guillén Tapia, éste declaró: “Lo hice porque no sirve el gobierno, sólo son engaños y yo tenía que responder a mi pueblo popoluca”. Si Fidel Herrera tuviera un poco de responsabilidad, de conciencia, un significado de ética, hubiera presentado su renuncia inmediatamente después de haber conocido este hecho lamentable. Pero no lo hizo. Al contrario, busca, al terminar su gestión, escalar en la estructura de poder.

III

Las remesas que los mexicanos en Estados Unidos envían a los mexicanos en México comienzan a disminuir: respecto al año pasado han bajado 12.2%. Esto se debe a la crisis económica que se vive en el vecino país del norte. Pero dicha problemática no parece importarle al gobierno de Felipe Calderón. Se repite una y otra vez que en México no hay crisis, que en México existe una economía fuerte y sólida, que en México no habrá debacles ni devaluaciones ni inflación ni nada de nada: todo será bello, como el paraíso.

La migración hacia Estados Unidos se da porque aquí, en el país, no hay trabajo, porque cada día es más difícil obtener lo mínimo indispensable para comer, para vestir, para vivir dignamente. Por eso muchos mexicanos huyen: porque es una estrategia de sobrevivencia, el único camino (además de la delincuencia) para mantenerse, para aspirar a mejores condiciones de vida. Ante esta funesta realidad, el secretario del Trabajo y Previsión Social, Javier Lozano Alarcón, adujo que el gobierno federal está “listo” para recibir a los mexicanos que regresen al país ante la crisis económica en Estados Unidos. Sí, el empleo, según las autoridades federales, crece y mejora. Lozano Alarcón incluso arguyó que Felipe Calderón terminará su mandato “siendo auténticamente el presidente del empleo”. Vaya distancia entre las declaraciones de los panistas y la realidad que viven millones de mexicanos.

IV

Tres imágenes de un gobierno intolerante, inepto e incapaz. Tres imágenes que nos muestran un México que se cae. Tres imágenes que nos enseñan lo que hay, lo que tenemos, la insensibilidad, la vocación de represión y la falta de rumbo de las autoridades. Tres imágenes que exhiben, claramente, a la elite política mexicana. Tres imágenes que en un país democrático, libre y justo, debieron haberse extinguido ya. Tres imágenes que contradicen, rotundamente, los discursos de quienes dicen gobernar. Tres imágenes que se repiten en toda la geografía nacional. Tres imágenes que, simplemente, no deberían existir.

jorge_naredo@yahoo.com