Ricardo Andrade Jardí
Pretender que la Revolución sea hecha dentro de la Ley, es un contrasentido. Los pueblos que impulsen tal mentira, están condenados al fraude eterno, a la miseria constante, al fortalecimiento del rico frente a la reproducción de la pobreza, a la esclavitud que la Ley promueve. La Ley es un freno y la libertad no se conquista con frenos.
Ricardo Flores Magón
Mientras los concesionarios de la telecracia impulsan su campaña, de “educación” contra la disidencia, al tiempo que ofertan el confort de los “intelectuales”, los menos brillantes, hay que decirlo, para que éstos justifiquen el atraco y la traición que suponen la ambigüedad de la recientemente aprobada reforma petrolera que abre los contratos de bloque para la exploración y extracción a capitales privados trasnacionales y a las empresas chatarra mexicanas.
Contratos que no son otra cosa que el control geográfico absoluto de porciones determinadas del territorio nacional.
Ambigüedad, mediocridad y cerrazón, son los sinónimos que describen la jornada “legislativa” del martes 28 de octubre.
“No hay privatización”, gritan a coro los traidores, pero se niegan a incluir en las reformas de ley las cláusulas que no dejen duda al respecto. Las que no permitan bajo ninguna circunstancia la interpretación, que sabemos, pues no somos los idiotas que la telecracia cree que somos, se usarán para justificar porqué, tal o cual trasnacional, decide cerrar al libre tránsito por este o aquel lugar del territorio nacional. Ya nos enteraremos del porqué la petrolera fulana, del país mengano, está en posibilidad de destruir millares de hectáreas útiles para cultivo, bajo el argumento del “contrato de bloque” que ha firmado con el desgobierno usurpador en turno.
Somos un paraíso para la usura universal, somos el experimento perfecto del rescate neoliberal, una nación donde millones de personas, “sin un terrón de tierra”, están obligadas, para favorecer a la clase política, a pagar hasta el papel higiénico de los minoritarios y “grandes” capitalistas, ladrones usureros, que convierten sus pérdidas en sociales, mientras disfrutan sólo para sí de sus ganancias.
El PRIAN y sus “Chuchos” han atracado nuevamente a México, bajo las banderas, cada día más puercas, de la “democracia”. Su democracia importada del vecino imperialista y que responde más a nuestra condición de colonia.
Leer más AQUI