domingo, 30 de noviembre de 2008

Jorge Gómez Naredo -Opinión-

JORGE GÓMEZ NAREDO
Emilio González Márquez, una estrella más en el canal de las estrellas
La Jornada Jalisco

A Emilio González Márquez lo de ser gobernador no le va. Para él, lo principal es llegar a ser alguien “famoso”, un personaje que a donde vaya la gente se arremoline para mirarlo, para pedirle un autógrafo, para tocarlo y recibir sus palabras. Sí, su mundo es el “mundo de la farándula”: busca transformarse en un rockstar, o quizá en un actor conocido por todo el orbe, o puede ser que nada más aspire a ser una estrella más en el canal de las estrellas.

En esta afanosa batalla por llegar a ser “famoso”, Emilio González Márquez ha invertido dinero, mucho dinero. Y también ideas, inteligencia, cacumen. Cuando se hizo de la gubernatura de Jalisco, decidió que eso no bastaba, que había que ser más y más popular, que su rostro, su sonrisa, sus palabras entrecortadas y su timbre de voz inconfundible debían conocerse allende las fronteras del estado. ¿Cómo hacerlo? Fácil: entregando recursos públicos a las televisoras para que circularan la imagen de un González Márquez sonriente: que ningún recóndito lugar de la geografía quedara sin ver al gobernador de Jalisco. Por eso donó millones de pesos a Televisa y a TV Azteca. Emilio González Márquez había pagado, con dinero público, su derecho a ser famoso: a ser una estrella más en el canal de las estrellas.

Pero, como todo deseo irrefrenable, González Márquez necesitaba más y más y más. ¿Qué hacer? La respuesta la encontró rápido: continuar con las donaciones y transformar su imagen de gobernador que rige gracias a la televisión, a gobernador que manda con caridad, con amor, con cariño y pensando siempre en el bien de los demás. Y así lo hizo: se dedicó a transferir dinero público a asociaciones de beneficencia. Sí, que ellas se encargaran de paliar los problemas que el gobierno es incapaz de solucionar. Pero eso no bastaba: había que hacer algo, había que idear nuestras estrategias para ser una estrella más en el canal de las estrellas.

Y pronto encontró la fórmula: mentarle la madre a sus gobernados. No a todos, pero sí a la mayoría. Y no erró: el “chinguen a su madre” fue conocido en todos los estados de la República Mexicana. La gente se preguntaba (y se pregunta todavía) cómo era posible que el representante de la sociedad le mentara la madre a esa sociedad. Emilio González lo logró: se hizo famoso. Con el “chinguen a su madre” y el “me vale madre”, todo el país lo conoció: era casi una estrella más en el canal de las estrellas.

Los incontenibles deseos de González Márquez por ser “famoso” siempre fueron negados. Justificaba las donaciones a Televisa y los altos gastos en publicidad diciendo que eran necesarios, que eran inversión. Cuando se le cuestionaba por qué se transfería tanto dinero público a asociaciones relacionadas con la Iglesia católica, respondía que porque no había asilos llamados “Karl Marx”. Pero hoy algo cambió. Por fin González Márquez ha aceptado que quiere ser una estrella más en el canal de las estrellas.

El jueves pasado, en un discurso pronunciado en un evento ante la Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos, el mandatario jalisciense, sin ambages, sin pena ni vergüenza, confesó: “fíjense que no hay estado de la República al que yo vaya –voy a muchos estados por reuniones de la Conago y todo eso–, [y] la gente me detiene en la calle y me conoce, y como todo mundo carga su teléfono, me pide foto, y estados en donde yo nunca me había parado me piden que les autografíe la camisa. […] Me conocen en mucho gracias al apoyo que estamos dando al Banco de Alimentos y a todo el ruido que se generó alrededor”. Emilio González Márquez, al pronunciar estas palabras, se observaba contento, un hombre realizado: había ingresado a ese selecto grupo de personas que son una estrella más en el canal de las estrellas.

Sin duda, son válidos los deseos impetuosos de González Márquez por ser famoso, por ser un personaje que salga a la calle y la gente se aglomere para pedirle un autógrafo. Pero son válidos siempre y cuando no sea él el gobernador de un estado. Porque, se supone, lo que los jaliscienses eligieron hace dos años fue a un mandatario, no a un actor de telenovelas ni a un rockstar. Todavía está a tiempo: se tiene que decidir entre dedicarse a construir una carrera dentro del mundo de la farándula o enfocarse a ser gobernador de una de las entidades más importantes del país. El día de ayer, cuando se anunció su presencia en la inauguración de la Feria Internacional del Libro, la gente, al escuchar su nombre, comenzó a chiflar, y chifló mucho. Y es que también los famosos son odiados, también los famosos son detestados, también los famosos caen en el descrédito. Sí, esos son los peligros de ser una estrella más en el canal de las estrellas.

jorge_naredo@yahoo.com