domingo, 30 de noviembre de 2008
Jorge Gómez Naredo -Opinión-
Emilio González Márquez, una estrella más en el canal de las estrellas
La Jornada Jalisco
A Emilio González Márquez lo de ser gobernador no le va. Para él, lo principal es llegar a ser alguien “famoso”, un personaje que a donde vaya la gente se arremoline para mirarlo, para pedirle un autógrafo, para tocarlo y recibir sus palabras. Sí, su mundo es el “mundo de la farándula”: busca transformarse en un rockstar, o quizá en un actor conocido por todo el orbe, o puede ser que nada más aspire a ser una estrella más en el canal de las estrellas.
En esta afanosa batalla por llegar a ser “famoso”, Emilio González Márquez ha invertido dinero, mucho dinero. Y también ideas, inteligencia, cacumen. Cuando se hizo de la gubernatura de Jalisco, decidió que eso no bastaba, que había que ser más y más popular, que su rostro, su sonrisa, sus palabras entrecortadas y su timbre de voz inconfundible debían conocerse allende las fronteras del estado. ¿Cómo hacerlo? Fácil: entregando recursos públicos a las televisoras para que circularan la imagen de un González Márquez sonriente: que ningún recóndito lugar de la geografía quedara sin ver al gobernador de Jalisco. Por eso donó millones de pesos a Televisa y a TV Azteca. Emilio González Márquez había pagado, con dinero público, su derecho a ser famoso: a ser una estrella más en el canal de las estrellas.
Pero, como todo deseo irrefrenable, González Márquez necesitaba más y más y más. ¿Qué hacer? La respuesta la encontró rápido: continuar con las donaciones y transformar su imagen de gobernador que rige gracias a la televisión, a gobernador que manda con caridad, con amor, con cariño y pensando siempre en el bien de los demás. Y así lo hizo: se dedicó a transferir dinero público a asociaciones de beneficencia. Sí, que ellas se encargaran de paliar los problemas que el gobierno es incapaz de solucionar. Pero eso no bastaba: había que hacer algo, había que idear nuestras estrategias para ser una estrella más en el canal de las estrellas.
Y pronto encontró la fórmula: mentarle la madre a sus gobernados. No a todos, pero sí a la mayoría. Y no erró: el “chinguen a su madre” fue conocido en todos los estados de la República Mexicana. La gente se preguntaba (y se pregunta todavía) cómo era posible que el representante de la sociedad le mentara la madre a esa sociedad. Emilio González lo logró: se hizo famoso. Con el “chinguen a su madre” y el “me vale madre”, todo el país lo conoció: era casi una estrella más en el canal de las estrellas.
Los incontenibles deseos de González Márquez por ser “famoso” siempre fueron negados. Justificaba las donaciones a Televisa y los altos gastos en publicidad diciendo que eran necesarios, que eran inversión. Cuando se le cuestionaba por qué se transfería tanto dinero público a asociaciones relacionadas con la Iglesia católica, respondía que porque no había asilos llamados “Karl Marx”. Pero hoy algo cambió. Por fin González Márquez ha aceptado que quiere ser una estrella más en el canal de las estrellas.
El jueves pasado, en un discurso pronunciado en un evento ante la Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos, el mandatario jalisciense, sin ambages, sin pena ni vergüenza, confesó: “fíjense que no hay estado de la República al que yo vaya –voy a muchos estados por reuniones de la Conago y todo eso–, [y] la gente me detiene en la calle y me conoce, y como todo mundo carga su teléfono, me pide foto, y estados en donde yo nunca me había parado me piden que les autografíe la camisa. […] Me conocen en mucho gracias al apoyo que estamos dando al Banco de Alimentos y a todo el ruido que se generó alrededor”. Emilio González Márquez, al pronunciar estas palabras, se observaba contento, un hombre realizado: había ingresado a ese selecto grupo de personas que son una estrella más en el canal de las estrellas.
Sin duda, son válidos los deseos impetuosos de González Márquez por ser famoso, por ser un personaje que salga a la calle y la gente se aglomere para pedirle un autógrafo. Pero son válidos siempre y cuando no sea él el gobernador de un estado. Porque, se supone, lo que los jaliscienses eligieron hace dos años fue a un mandatario, no a un actor de telenovelas ni a un rockstar. Todavía está a tiempo: se tiene que decidir entre dedicarse a construir una carrera dentro del mundo de la farándula o enfocarse a ser gobernador de una de las entidades más importantes del país. El día de ayer, cuando se anunció su presencia en la inauguración de la Feria Internacional del Libro, la gente, al escuchar su nombre, comenzó a chiflar, y chifló mucho. Y es que también los famosos son odiados, también los famosos son detestados, también los famosos caen en el descrédito. Sí, esos son los peligros de ser una estrella más en el canal de las estrellas.
jorge_naredo@yahoo.com
domingo, 19 de octubre de 2008
JORGE GÓMEZ NAREDO Entre buenos y malos: González Márquez y su visión del mundo

La Jornada Jalisco
Emilio González Márquez, el miércoles pasado, definió claramente su ideario, su pensar y su forma de ver el mundo. Pocas veces un discurso muestra tanto a una persona y a su manera de percibir la realidad. En el marco de la entrega de apoyos a policías y a familiares de elementos policiacos muertos en cumplimiento de su deber, González Márquez describió nítidamente lo que él (y por ende, su gobierno) entiende por “lucha contra el narcotráfico”.
Con voz quebrada, el gobernador de Jalisco mencionó que estamos en guerra: “ésta es una guerra en contra de los que lucran con la salud de nuestra gente”. Ya lo mencionó Raúl Torres en la siempre fresca e inteligente columna El lobby: ¿acaso los hospitales particulares no lucran con la salud de la sociedad? Más allá de su corta visión sobre lo que significa “lucrar con la salud de nuestra gente”, González Márquez advierte que Jalisco está en guerra. Surgen preguntas, muchas preguntas: ¿cuándo se declaró?, ¿quién aprobó que se iniciara?, ¿por qué si se empezó la guerra desde hace tiempo, hasta ahora se informa a la ciudadanía?
El gobernador aclaró que “Jalisco está aportando sangre para mejorar la seguridad de nuestro estado”. ¿Esta es la finalidad de la guerra? Es muy fácil mencionar que los policías mueren, que son héroes: es muy fácil organizar actos para entregar apoyos pecuniarios a quienes han perdido a sus hijos, a sus parejas, a sus padres. Es muy fácil porque esas palabras las menciona alguien que no tiene que lidiar siempre con el narcotráfico en las calles. Es muy fácil rendir homenaje a los caídos cuando no se es uno de ellos, cuando no se tienen familiares que han sido ejecutados por la violencia ante la incapacidad de las autoridades para detenerla.
Cercano al paroxismo, González Márquez arguyó que hay dos bandos y nada más: los buenos y los malos. Y que los espectadores, quienes protestan, quienes disienten, quienes ven otras formas de combatir al narcotráfico, son parte de los malos, de los “cómplices”. Así pues, todos somos delincuentes en potencia. Sus palabras no dejan lugar a dudas: “Hay dos bandos, nadie es espectador, quien quiere ser sólo espectador, se convierte en cómplice”.
En el bando de los malos están los que “agreden a Jalisco”, los narcotraficantes, los que participan en el crimen organizado. Pero también están en ese bando los “timoratos”, los que no denuncian, los que no previenen, quienes no abonan a la formación de “una sociedad con valores”. Los policías que no estén dispuestos “a dar su sangre por Jalisco”, se ubican en el bando de los malos, de los que dañan al estado.
El bando de los buenos está encabezado (no podría ser de otra manera) por el gobernador de Jalisco, quien todos los días ofrece su sangre y su vida por el bien de la entidad. Lo acompañan todos los demás secretarios: dispuestos siempre a derramar su sangre en las tierras de Jalisco para que florezca la esperanza, el bienestar y la seguridad. Sí, el gabinete de González Márquez es un gabinete, digamos, de héroes que están dispuestos a inmolarse por la sociedad. En este bando de los buenos también (ya en segundo término) está “el pueblo de Jalisco que quiere confiar en el uniforme y en la placa [de los policías], el que se atreve a denunciar, el que no hace la vista a un lado cuando ve a esa punta del iceberg que es el narquito de colonia”. Sí, el pueblo bueno, el pueblo que no protesta, el pueblo que no disiente, el pueblo que no duda de sus autoridades, el pueblo que no tiene sentimientos de inconformidad.
En su discurso del miércoles pasado, González Márquez divide a la sociedad en dos: buenos y malos. Los buenos, son los que apoyan al gobierno (es decir, a él); los malos, los que no siguen sus indicaciones y, claro, el narcotráfico endemoniado. ¿Cómo hacerle entender al gobernador que la sociedad es más compleja de lo que él piensa y que el problema del narco es profundo y no se soluciona con una guerra?, ¿cómo hacerle comprender a González Márquez que no se trata de derramar sangre, sino de actuar de manera inteligente e integral?, ¿cómo explicarle que la sociedad jamás ha estado divida entre buenos y malos?, ¿cómo?
González Márquez nos dice que estamos en guerra y que, o somos buenos, o somos malos. Nos menciona un sólo camino: “el que se riega con sangre para que florezca un Jalisco más seguro”. Este pensamiento es peligroso: criminaliza a quienes no concuerdan, a quienes plantean disenso, a quienes miran otras soluciones distintas a aquellas de la autoridad. La pregunta es: quienes no piensan como González Márquez, ¿son del bando de los malos? No cabe duda: nos dirigimos a un camino directo (y sin paradas) al autoritarismo, un autoritarismo disfrazado de “guerra contra el narcotráfico”.
jorge_naredo@yahoo.com
viernes, 17 de octubre de 2008
MTV: El festín de unos cuántos
Poco a poco la pequeña brigada se dispuso a repartir los volantes, a hablar con los chavos que veían a todas las mujeres convencidas de que hacen falta jóvenes valerosos como Andrés Gómez Emilsson que le gritó espurio a Felipe Calderón. Tal como estaba representado en el volante que felices repartían.
Los jóvenes miraban atentos, escuchaban las palabras de una joven manifestante que con insistencia les daba la explicación a sus problemas, al porqué no podían ser partícipes de una celebración en la que sólo eran invitados un puñado de jaliscienses que disfrutaban del festín con los impuestos de todos los que afuera, sólo corrían, gritaban y hacían circo maroma y teatro por conseguir una entrada y ser parte de la pequeña elite que se reunía con las estrellas.
El tiempo transcurría, nadie entre el bunker lleno de policías de todo tipo, tamaños y colores lograba entrar a la fiesta privada patrocinada por el gobierno del estado. Sólo unos cuantos. Mientras, afuera, la gente comenzaba a darse cuenta de que estaba siendo utilizada. Una joven exclamaba “yo me gasté todo mi dinero, mi crédito, compré todas las promociones para estar ahí y no tengo boleto”. Así fue, la gran mayoría se cansó de esperar el boleto que nunca llegó. La pequeña brigada terminó su tarea. Repartió todos sus volantes que eran asediados por la gran mayoría de los presentes y en voz de la joven manifestante que exclamaba como ellos que también quería estar adentro, cumplieron su tarea al informarle a las personas que no valía la pena esperar un milagro y tener un boleto: aquello sólo era una fiesta privada, sólo para unos cuantos jaliscienses distinguidos que gozaban de un evento gracias a nuestros impuestos.
Texto: Zorro Tapatío
Corrección: Alejandra









domingo, 17 de agosto de 2008
Jorge Gómez Naredo :: El cinismo de los de arriba ::
JORGE GÓMEZ NAREDO
El cinismo de los de arriba
Mucho cinismo, demasiado cinismo, un montón de cinismo. El gobernador, los jefes de los partidos políticos y la elite del empresariado jalisciense hablan en nombre de la sociedad, del pueblo, de la gente, del bien del estado: juntos defendiendo lo que beneficiará a la entidad. Pero todo es cinismo, demasiado cinismo, un montón de cinismo.
Emilio González Márquez decidió presentar ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación una controversia constitucional contra la reforma electoral del estado de Jalisco. Y lo hizo, dijo, por el bien de la sociedad, porque él “escucha los reclamos ciudadanos que exigen un manejo eficiente del gasto, y porque debemos hacer que esta administración pública se oriente, cada vez más, a criterios y reglas de austeridad”. Eso mencionó, eso argumentó, eso concluyó. Pero la realidad lo desmiente. El gobierno que encabeza se ha caracterizado por infinidad de pifias y por el despilfarro de los recursos públicos: pingues donaciones a Televisa, TV Azteca y a la Arquidiócesis de Guadalajara, gatos excesivos, sueldos millonarios para la alta burocracia, viajes al extranjero, etcétera. ¿Dónde está la austeridad? Mucho cinismo, demasiado cinismo, un montón de cinismo.
González Márquez ni escucha ni ve “los reclamos ciudadanos”. Ahí están los pobladores de Temacapulín que dicen no a la construcción de la presa El Zapotillo, que reclaman y reclaman y nunca son escuchados. También diversas organizaciones ciudadanas han mostrado su inconformidad hacia las actitudes autoritarias del gobernador, y éste: calla, no escucha. ¿Dónde queda, pues, la sensibilidad hacia “los reclamos ciudadanos”? ¿No será que el gobernador entiende como ciudadanía sólo y exclusivamente a unos cuantos empresarios?
Los partidos políticos están en crisis, de ello no cabe duda. Se supone que fungen como vías por los cuales la gente puede acceder a diversos cargos de representación popular, pero esto no pasa. Se alejan cada día más de los piensos ciudadanos, de lo que quiere y desea el pueblo. Esta crisis, sin embargo, no les impide buscar mayores recursos económicos y defenderlos con tesón y ahínco, ese mismo tesón y ese mismo ahínco que les falta cuando se trata de defender los intereses supremos del pueblo. Los líderes de los partidos políticos se dicen cercanos a la gente: hablan y hablan y en sus discursos ensalzan a la gente, la representan, tienen un compromiso con ella. Mucho cinismo, demasiado cinismo, un montón de cinismo.
Los miembros de la elite empresarial jalisciense también se dicen representantes de la sociedad. Ellos son los ciudadanos, ellos luchan por las causas justas y ellos tienen el derecho a ser escuchados y siempre tomados en cuenta por las autoridades. Hablan de democracia y de justicia, de honestidad y de lucha contra la corrupción. Se inconforman contra la ley electoral que aumenta el presupuesto a los partidos políticos, pero no mencionan palabra alguna cuando se sabe que ellos, los honestos entre los más honestos, reciben como “subsidios” borbotones de dinero de las arcas públicas.
Pablo Lemus, líder de la Coparmex Jalisco, al conocer la decisión de González Márquez de interponer una controversia constitucional contra la ley electoral del estado, declaró: “El señor gobernador ha decidido jugar en la cancha de los ciudadanos y no de los partidos políticos. El gobernador se dio cuenta de las graves afectaciones que tenía esta reforma electoral, que a todas luces va en contra del espíritu democrático de la reforma electoral federal, al tener graves afectaciones en el presupuesto estatal, dando mayores recursos para los partidos políticos, [lo] que definitivamente descuidaría los proyectos productivos y sociales del estado”. Sí, ellos, la elite empresarial, un bastión en la defensa de la democracia. Ellos, que no observaron ninguna irregularidad en el proceso electoral fraudulento de 2006 y que cada tres años invierten dinero en candidatos para, cuando éstos accedan al poder, tengan un trato preferencial (digamos, de gente bien, de gente VIP). Ellos, los demócratas. Mucho cinismo, demasiado cinismo, un montón de cinismo.
La elite jalisciense (la empresarial y la política) está en guerra. Pero una guerra interna, entre ellos mismos. Todos se dicen representantes de la sociedad, todos argumentan actuar por el bien de la gente, del pueblo. Sin embargo, nunca le preguntan a la sociedad su parecer: qué piensa, qué quiere, qué desea. Claramente, los de arriba demuestran mucho cinismo, demasiado cinismo, un montón de cinismo.
jorge_naredo@yahoo.com
sábado, 16 de agosto de 2008
Jorge Gómez Naredo -Opinión-
JORGE GÓMEZ NAREDO
Una telenovela de controversia y tema electoral
Jalisco se ha convertido en escenario de una telenovela donde varios actores se diputan el papel principal. Todos salen a escena, gritan, quieren atención, desean establecer su preponderancia, decir, ufanos: “aquí yo mando”. Al primer actor se le conoce como “poder legislativo” o “Congreso”, el cual está conformador por diputados que elaboraron un reforma electoral donde desviaron (legalmente, claro está) millones de pesos a los partidos políticos. El segundo, pletórico de “gente bien”, podría denominarse el “club del progreso y el bienestar económicos”. Está conformado por un empresariado que amenaza con irse de Jalisco si se aprueban las modificaciones hechas por el poder legislativo. En un arranque de furia (y de sinceridad), dicho actor reclamó a su subordinado su incapacidad para poner orden en la casa. El tercer histrión, protagonizado por Emilio González Márquez, un día dice sí y el otro no. Este cambio de ideas quizá se deba a que todas las decisiones que toma están regidas por “la luz de la ética” y el deber con su “conciencia”.
El problema surgió cuando el poder legislativo decidió aprobar una ley que incrementó en 253 millones de pesos anuales los ya pingues presupuestos de los organismos políticos. Los miembros de la élite empresarial jalisciense dijeron no, declararon no, decidieron que no. Convertidos rauda e inconcebiblemente en luchadores sociales, “llamaron a la sociedad” a acompañarlos en la batalla para impedir el atraco a las arcas públicas. Este desenfreno justiciero fue matizado, prontamente, al saberse que esos ínclitos personajes de la vida económica, que tanto bien le hacen al pueblo, recibían de las mismas arcas públicas más de 200 millones de pesos en “subsidios”. Dicho dato no los inmutó. Como adalides de la honestidad y la equidad prosiguieron su lucha con ahínco.
Emilio González Márquez, el tercer actor, ha querido por todos los medios posibles congraciar al empresariado. Primero intentó vetar la ley y su falta de capacidad se lo impidió. Se enemistó con el Congreso, pero decidió establecer una tregua: como en las batallas épicas, llamó a la concordia, a la paz y la reconciliación, y ya entrado en amor (murmuraron las malas lenguas en su momento), cabildeó la creación de nuevas plazas a cambio de apoyar la aplicación de la millonaria reforma electoral. Por este rumor hasta se enemistó con el segundo actor, el empresariado, en especial con uno de sus líderes, Pablo Lemus. En un arranque de lacrimosa ternura, reclamó González Márquez: “¿En dónde está su amor al estado y su deseo de generar empleo aquí, para los jaliscienses? No, yo no me dejo presionar. ¡Pablo Lemus miente!”.
Sin embargo, dos días después, en el clímax de esta historia llena de congojas, el gobernador decidió siempre sí entablar la controversia constitucional, ya que, “estoy empeñado en hacer las cosas correctas, dentro de nuestras capacidades, y siempre sin desviarnos de los principios y valores que debe tener el servicio público”. Así pues, el empresariado logró su objetivo: el subordinado cumplió las órdenes.
Esta historia de telenovela sucede en Jalisco, y los actores están muy bien delimitados. Cada uno quiere preponderancia y mandar al otro. Por un lado, el Congreso, que no representa a la sociedad, sino a las élites de los partidos políticos. Por otro, el empresariado, que invierte cada tres años en las campañas electorales de sus nuevos subordinados y eso, piensa, le da derecho a ordenar. Por último, aparece González Márquez, que juega al sí y al no. No sabe qué hacer y cuando se decide a hacer algo, lo hace mal y a destiempo.
La cuestión aquí es preguntarse, ¿el pueblo de Jalisco, dónde queda?, ¿dónde la sociedad que dicen representar los diputados y el gobernador? González Márquez acata las ordenanzas de un empresariado voraz. A ellos sí hace caso, a ellos sí escucha, a ellos sí los ve. La mayoría de los diputados en el Congreso obedecen los mandatos de sus líderes partidarios y los defienden a capa y espada. Lo que verdaderamente demuestra este conflicto digno de cualquier telenovela es el fracaso de la democracia representativa en el estado. Porque, la sociedad, el pueblo, la gente de a pie, ¿dónde queda?, ¿dónde está su opinión sobre un tema tan importante como una reforma electoral y de participación ciudadana?, ¿dónde?
jueves, 7 de agosto de 2008
El Lobby -MAURICIO FERRER -
El Lobby
MAURICIO FERRER
Indiferencia y silencio=pecados sociales
“No seas cómplice de los pecados sociales con tu indiferencia y tu silencio”, es la advertencia que lanzan los pobladores de Temacapulín a través de la Internet, ante la amenaza de que el pueblo desaparecería del mapa de Jalisco debido a la construcción de la presa El Zapotillo.
El Movimiento en Defensa de Temacapulín ha traspasado el entorno local. Más allá de los famosos macheteros de “San Mateo Atenco” que dice el gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, ya tiene detectados en la zona, la lucha social de los de Temaca ha cruzado fronteras gracias al ciberespacio.
El sitio es la fiel reproducción del boletín impreso “Temacapulín de los Remedios”. Es el “informativo electrónico” hecho por el presbítero Gabriel Espinoza Iñiguez, el señor cura del poblado, quien nada tiene que ver con el cardenal de Guadalajara, Juan Sandoval Iñiguez, aun cuando el apellido sea el mismo.
“Antes que la destrucción nos alcance”, inicia en letras rojas la portada del sitio www.temacapulin.com.mx. Y antes de que una acción apocalíptica llegue a Temaca –no de la mano de Dios, sino de la del PAN–, el presbítero ironiza sobre la construcción de El Zapotillo que, “paradójicamente, quiere, ahogando nuestro patrimonio, mejorar nuestras tradiciones”.
“Paradójico, porque en sentido contrario al del poeta debemos estar ciegos, pues no vemos lo que tan gran proyecto nos beneficia”, prosigue.
“Paradójico que haya que perjudicar al pueblo para beneficiar al pueblo. Entonces se cumple aquello de que: si antes había guerras, era por el egoísmo de algunos, y si ahora ya no las hay, ¿es por el egoísmo y vanidad de las mayorías?”, cuestiona el religioso.
Para el párroco local, los culpables de la desaparición de Temacapulín tienen nombre: gobiernos federal y estatal, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y la Comisión Estatal de Agua (CEA).
“Están traicionando a Temaca haciéndole grandes promesas, como el Gran Hermano de tiempos no tan lejanos del comunismo, que repartía la riqueza, pretexto de la justicia social, pero en realidad pocos eran los beneficiados y lo que a todos y todas seguro les tocaba era la miseria”, asegura.
En esto último no concuerdo con el religioso al asegurar que, el “satánico” comunismo tenga que ver con las políticas actuales. Si bien el comunismo tendrá sus errores, no ha sido un sistema implementado en el país como para achacarle los males nacionales.
Al contrario, la instauración de las políticas emanadas del neoliberalismo son las que han producido un sinfín de situaciones: medio ambiente destruido, desarrollo urbano caótico, desigualdad social, pobreza extrema, violación flagrante a las garantías individuales, etcétera, etcétera.
El neoliberalismo es como la Matrix. Sí, como la película. Se vive en una especie de software donde todo es desarrollo: computadoras, ropa de marca, celulares, iPhone, Blackberrys, etcétera. Un estado donde la familia –sobre todo la proveniente de la clase media– es el núcleo donde la manipulación neoliberal ha encontrado suelo fértil: vivienda a pagos, auto en abonos, ropa y electrónicos a 18 meses sin intereses, crédito en universidad privada a pagar a 10 años posteriores a la graduación; espejismos que, aunque ciertamente otorgan más comodidad, alejan de las verdaderas tradiciones nacionales, deshumanizan al consumidor de la suerte del otro que no tiene para un plato de frijoles y nos esclavizan al pago mínimo de tarjetas bancarias que bien, como mínimo, nos hacen tenerlas unos cinco años para alcanzar a pagarlas.
Cuando uno despierta del sueño Matrix, ve que todo está jodido: que aun cuando tenga algo de dinerito, sigue uno debiendo y debiendo y debiendo. Que por más carro que uno traiga, la ciudad es un relajo y avanza uno más rápido en camión. Así, cientos de situaciones que nos dejan ver un futuro que nunca llegará.
Y tiene razón el presbítero en hacer ruido ante la indiferencia y el silencio. Una película francesa titulada El odio, realizada en la década de los años 90, presenta esa desesperanza que enfrentan las clases desprotegidas, olvidadas de los gobiernos y vistas por las clases ricas como una amenaza, por lo menos con el simple hecho de rozar su piel.
La cinta refleja tres formas diferentes de ver la vida por tres jóvenes de los suburbios franceses: un árabe, un negro y un judío. Son tres formas de acobijar el odio hacia quienes los fustigan, los juzgan y los niegan, aunque sean parte de la realidad.
Pero en Francia es otro asunto. Lo mismo en Inglaterra, en cualquier país de Europa. Cualquier atentado contra la garantía de uno solo tiene la respuesta de miles, de millones. Lo mismo sucede en países sudamericanos como Argentina, Chile, cuyas dictaduras les han dado las herramientas a sus ciudadanos para luchar por lo que creen que afecta al bienestar común. Pero, ya lo decíamos en este mismo Lobby, ¿qué carajos puede importarnos Temaca?
En lo personal, mucho. Es un hecho que demostraría una vez más el aplastamiento del poderoso sobre el débil; que demostraría una vez más la impunidad; que demostraría una vez más que los políticos hacen lo que creen que “es mejor para Jalisco”; que demostraría una vez más la pasividad que tenemos como sociedad. Pero que podría demostrar también de qué estamos hechos y hasta dónde se puede soportar tanto desagravio.
“Son Judas traidores. A Cristo lo vendieron por 30 monedas de plata. A Temaca lo quieren vender por una presa que Jalisco quiere regalar a Guanajuato, y para justificar dicen que es proyecto federal, cuando sabemos bien que los 25 metros añadidos a la cortina los propuso Jalisco con el argumento de darle agua a Los Altos y a Guadalajara. Por un lado amarran navajas, pero con hábito de San Gestas “...sálvate y sálvanos”; y por el otro reparten la miseria de falta de soluciones que generen buena vecindad y progreso para todos”, concluye en el ciberespacio Espinoza Iñiguez, el párroco que no es nada de Sandoval Iñiguez.
lunes, 4 de agosto de 2008
Usar recursos públicos para promover el catolicismo, sello del gobierno emilista
En 16 meses ha gastado al menos 3.5 mdp en libros y obras públicas con tintes católicos
En los dos libros que más ha invertido se hace apología del conservadurismo en el tema de la sexualidad
JUAN CARLOS G. PARTIDA
El uso de recursos públicos en provecho de la promoción del catolicismo en Jalisco es una práctica que no cesa y que se rebosa por muy diversos frentes. De la macrolimosna regresada por la Arquidiócesis de Guadalajara a los regalos hechos a nombre del pueblo jalisciense al Vaticano, hay una serie de gastos que también se han llevado dinero del erario sin mayor publicidad, pero que han sido igualmente voraces. Es el sello impreso en los 16 meses del gobierno de Emilio González Márquez, ese mismo que le costó lo que hasta ahora ha sido su más fuerte crisis de imagen, luego de la mentada de madre que recetó a quienes criticaron su suelto bolsillo con dinero ajeno para favorecer la religión de la que, gusta presumir, es ferviente devoto.
Durante meses, La Jornada Jalisco ha rastreado a través de los herméticos canales de transparencia, incluido un recurso de revisión que progresó ante el Instituto de Transparencia e Información (ITEI) debido a la negativa de la Secretaría de Finanzas por entregar los documentos solicitados, datos oficiales que dieran fe de cómo el gobierno panista estatal ha usado el presupuesto para promocionar el reino de Dios en la Tierra, uno de los mandamientos de quienes militan en El Yunque, la organización de ultraderecha a la que se liga a González Márquez y buena parte de su gabinete.
En el transcurso de ese tiempo fueron apareciendo poco a poco pistas, detalles, que permiten ahora al menos ampliar y diversificar lo que se conocía de estas erogaciones, que en lo encontrado para este trabajo suma al menos 3 millones y medio de pesos. Por ejemplo, es un hecho que los dos libros en los que más ha gastado la Secretaría de Educación Jalisco son el polémico Sexualidad y salud humana, para capacitar a maestros de secundaria con una visión conservadora sobre ambos temas, y el Calendario Viviendo Nuestros Valores, también para secundaria, donde se hace apología de la familia monogámica cercana a la fe católica. De ambos, el costo de edición e impresión suma más de un millón de pesos. También hasta ahora se cuentan al menos diez publicaciones de la Secretaría de Cultura y de la de Educación con autor o contenido claramente católico.
En el municipio de Yahualica, la Secretaría de Desarrollo Urbano terminó una carretera de 11 mil 676 metros cuadrados hasta Ocotes de Moya, donde se gastaron casi 2 millones de pesos, para dar acceso a los peregrinos que acuden a adorar al Señor del Encino; todo para llegar a una capilla aislada en una pequeña ranchería que no pasa de 20 casas. A principios de año, durante el aniversario del cardenal Juan Sandoval Iñiguez, también se emplearon recursos públicos para trasladar la Orquesta Filarmónica de Jalisco a tocar en la fiesta del purpurado. Son apenas ejemplos.
Carretera y viva Juan
De la cabecera municipal de Yahualica a Ocotes de Moya, terminó de construirse hace unos meses con recursos del programa Fondo de Regionalización (Fondereg) una carpeta de asfalto de cinco centímetros de espesor y riego de sello, con 2 mil vialetas y el balizamiento correspondiente.
En ese lugar ofició, por vez primera en su tierra natal, el entonces cura Juan Sandoval Iñiguez y la capilla de Ocotes, una ranchería cercana a Yahualica; es la construcción más alta que se aprecia en el desértico y semiabandonado paraje. La antigua capilla fue también remodelada y ricamente adornada, luego de la intervención del propio Sandoval ya como cardenal, pero aparentemente con fondos privados.
De acuerdo con los datos ofrecidos por la unidad de transparencia de la Secretaría de Desarrollo Urbano (Sedeur), el costo total fue de un millón 842 mil 406 pesos y la obra se realizó en apenas 15 días –no se detalla con fechas–, luego de que “la petición fue realizada por la sociedad, en concreto por los líderes de los barrios en acuerdo con el propio Ayuntamiento de Yahualica”.
La partida 3601 (gastos de difusión, publicaciones y ediciones de trabajos de gobierno) detalla que la Dirección de Comunicación Social gastó para promocionar el acto “Orquesta Filarmónica en Yahualica”, un total de mil 840 pesos en trípticos, pero no se informa lo que costó hospedar y alimentar a las decenas de músicos que acudieron al acto de festejo por los 50 años de sacerdocio de Sandoval Iñiguez, porque de sueldo seguramente los ejecutantes no recibieron nada y el transporte infame que tienen, un camión sin baño, tampoco gastó más allá del combustible.
Lo que sí se detalla es que para la organización “Filmar lo Inefable” se gastaron 2 mil 564 pesos en plumas el 7 de agosto del año pasado y 4 mil 163 en lonas.
“Filmar lo Inefable” es un centro de producción cinematográfica conformado por el Consejo Pontificio de la Cultura de el Vaticano, el Ente dello Sppettacolo italiano y Signis, de Bélgica. Sus oficinas centrales, bajo la égida de la Arquidiócesis de Guadalajara, están en la calle Miguel de Cervantes Saavedra, en la capital jalisciense.
También aparece un concepto muy raro en la información de la partida señalada: Se menciona como “cheque a Yahualica”, donde no se explica por qué ni para qué se erogó, por un total de 977 pesos.
Por sus obras los conoceréis
La marca católica de los intereses de difusión del gobierno panista de González Márquez se reflejan en buena parte de la producción de libros editados y distribuidos. Obtener el listado oficial con los detalles requeridos, fue una complicación que tardó varios meses, en particular debido a la negativa inicial del gobierno a proporcionar la información bajo el argumento de que era inexistente. La intervención del ITEI mediante un recurso de revisión aceptado (el 203/2008) finalmente obligó a la Secretaría de Finanzas a que entregara la información pública pedida.
En septiembre del año pasado la incorporación de cuatro fondos al Centro Documental de las Artes de Jalisco pareció una buena noticia. Uno de ellos, el de José Luis Amezcua, está claramente ligados a la Iglesia católica.
El fondo de Amezcua, ingeniero cofundador de la Comisión de Arte Sacro de la Arquidiócesis de Guadalajara y autor de innumerables construcciones religiosas, entre ellas restauraciones y remodelaciones en iglesias, capillas, seminarios y curatos de todo el país, lo componen al menos 860 expedientes. Costó no menos de 50 mil pesos, a juzgar por lo gastado en otros trabajos similares de los que se editaron 500 ejemplares. No se pudo precisar el costo porque a pesar de la obligatoriedad del ITEI, la Sefin “olvidó” hacerlo en este caso.
Otro libro, Alfonso de Lara Gallardo: el último artista religioso, se refiere a la obra que realizó el artista sacro, quien legó una veintena de pinturas murales en diversos templos en el estado de Jalisco, entre ellos destacan: Viacrucis, en el templo de Ciudad Granja, Zapopan, (1959); templo El Calvario, en Jardines del Bosque (1968-69 y 1973-75) y 16 óleos que se encuentran en el templo de Nuestra Señora del Sagrario (1970) en Guadalajara. La información de la Sefin tampoco detalló lo gastado en este ejemplar, uno de los favoritos del secretario de Cultura, Alejandro Cravioto Lebrija, quien en septiembre del año pasado pidió 120 ejemplares para regalarlos directamente.
La propia Secretaría de Cultura decidió desde 2005 premiar el proyecto de investigación Antigua Ruta Franciscana de Tlajomulco de Zúñiga, que habla sobre la obra de los frailes católicos dejada en esa región, premio obtenido por el fotógrafo Saúl Núñez Cortés en el Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico, un trabajo en el cual se hace énfasis en tradiciones como el culto a los Reyes Magos en la laguna de Cajititlán. Sin embargo, otro trabajo más nuevo sobre la misma ruta, de Jesús Hernández Padilla, logró una edición de 4 mil ejemplares en abril pasado, a un costo de 133 mil 400 pesos.
En marzo pasado, en Talpa de Allende, el gobernador Emilio González Márquez, un día después de que anunció que entregaría 90 millones de pesos en una macrolimosna para construir el santuario cristero en el cerro del Tesoro, informó que se entregarían 30 millones de pesos para mejorar la infraestructura de la Ruta del Peregrino. Lo que no dijo es si esos 90 millones anunciados para entregarlos en tres años incluyen los 117 mil pesos que se gastaron para editar 4 mil libros informativos sobre la mencionada ruta, que concluye en el templo de la Virgen de Talpa.
El 7 de diciembre pasado fue día de fiesta en la Catedral Metropolitana de Guadalajara, cuando se presentó el libro El magisterio estético, de José Ruiz Medrano, que incluía DVD y por el que el gobierno estatal pagó 177 mil pesos por mil ejemplares.
Además de que José Ruiz Medrano fue canónigo y formador del Seminario Conciliar del Señor San José, entre los coautores del libro están Francisco Belgodere y el presbítero José Rosario Ramírez, ambos con ligas muy fuertes a la Arquidiócesis, y el primero, uno de los autores más solicitados por Emilio González Márquez desde su época de alcalde de Guadalajara, donde Belgodere asesoró para aquel libro editado sobre Ciencias Naturales para tercer año de primaria que levantó ámpula por su contenido altamente católico y panista.
Otra obra escrita por sacerdotes católicos, aunque en este caso se trata de alguien menos ortodoxo, editada en la actual administración, es El libro de Dios, de Alfredo R. Plascencia, quien por cierto, en la cristiada, en 1929, debió huir a El Salvador por la persecución religiosa. La edición hecha en esta administración de ese ejemplar tuvo un costo de 81 mil 115 pesos y constó de mil libros.
La Secretaría de Educación Jalisco también ha continuado esta tendencia de convertir el tesoro estatal en fuente financiadota de obras de tinte conservador y católico. Uno de los libros editados, Sexualidad y salud humana, una guía para maestros de Ciencias Naturales en secundaria, tuvo un tiraje de 140 mil ejemplares a un costo total de 707 mil pesos. También se editó el Calendario Viviendo Nuestros Valores 2007-2008, igual para nivel secundaria, un total de 12 mil ejemplares por la módica cantidad de 326 mil 808 pesos.
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