Los silencios que hablan
Jorge Gómez Naredo
A veces vale más hablar con silencios que con palabras. Vale más decir nada que decir todo. Vale más quedarse callado, ahogar el grito, cerrar la mirada y apagar los ojos. Hoy quizá haga eso: callar. Callar, por ejemplo, que quien llevará la política interna en la nación es un aristócrata que piensa desde arriba, siempre desde arriba y nunca desde abajo; callar, también, que la pobreza crece, que la inflación no se detiene y que cada día que pasa en este país se multiplican los pobres, y con la pobreza, el sufrimiento, las lágrimas y la impotencia. Sí, hoy vale la pena callar: callar que en México hay un presidente espurio, ilegítimo, ¡y peor!, que es inepto. Hacer silencio como lo hacen los muchos medios de comunicación con de todo lo que huela a resistencia: ahí está AMLO, activo como siempre, pero ocultado por las pantallas de televisión, por las radiodifusoras y por la mayoría de los periódicos.
Sí, de vez en cuando es necesario decir silencio: decir, con silencios, que hay inconformidad y que las desigualdades sociales se ven todos los días. Pero aún más: las desigualdades se sienten todos los días, en todo momento. ¿Acaso Fernando Gómez Mont, el recién nombrado Secretario de Gobernación, solucionará las hondas diferencias sociales y económicas existentes en el país? Por supuesto que no. Pero hoy es mejor callar. Decir nada. Ocultar las palabras.
Y es que el silencio también habla, también grita, también dice mucho. Yo ahora, en este preciso momento, digo silencio: un silencio rebelde, un silencio que se insubordina, un silencio que dice todo, absolutamente todo lo que las palabras hoy callan.
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