Carlos Ímaz Gispert
El viernes 28 de noviembre, maestros de primaria de la ciudad de México que reclaman la elección democrática de su dirigencia, fueron apaleados. De acuerdo con el reportaje de Emir Olivares Alonso, publicado al día siguiente en La Jornada, los golpeadores iban vestidos de negro y con una leyenda que decía “SNTE seguridad”.
En una conferencia de prensa convocada por Carmen Rizo, vocera del CEN del SNTE, la secretaria de la sección novena, reconocida por el Comité Ejecutivo Nacional del SNTE y el gobierno (que no por la mayoría de los maestros), María Teresa Pérez, calificó a esos sujetos como “compañeros comisionados”. Vale la pena preguntarse, al menos, ¿de dónde salen estos “compañeros comisionados”, cuántos son, quién les paga y dónde “trabajan”?
Esto es más relevante aún en el contexto del tan mentado Acuerdo por la Calidad Educativa, donde las plazas del magisterio han sido tema central de la propaganda oficial. Un estudio realizado por este tecleador en 1995 demostró que en el DF existe un número muy alto de plazas magisteriales que están en una especie de limbo laboral, y que la autoridad educativa “explica” diciendo que se trata de maestros “comisionados” al sindicato. Sin embargo, por su magnitud, esto no se justifica.
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