Ricardo Rocha
Lo que el 2008 nos dejó II
La guerra contra el narco es una historia mal contada
Es tal el caos de la violencia que lo más destacado del año son las frases de dos ciudadanos agraviados
La guerra contra el narco es una historia mal contada. Como si empezaras con el último acto y concluyeras con el primero. Por eso nadie cree la versión oficial de que vamos ganando cuando testimoniamos cada día un nuevo baño de sangre por las balaceras entre narcotraficantes con policías y tropas. Cuando son incesantes las ejecuciones masivas, los levantones y los descabezaderos en todo el país. Cuando el mapa de esta violencia irracional —antes focalizado en algunas zonas— se extiende ahora a todo el territorio. Cuando todavía hace poco los soldados le meten cuatro balazos por la espalda a una mujer por pasarse un retén en Escobedo, Nuevo León. Menos peor que cuando los militares mataron a una familia completa en Sinaloa.
Cómo creer que vamos ganando si todos los órganos policiacos y de justicia están infestados de empleados del crimen organizado que trabajan oficialmente como jefes en la Procuraduría General de la República y en la Secretaría de Seguridad Pública federal. Si quienes se encargan de capturar a los capos de la droga se ocupan en realidad de darles los pitazos sobre las operaciones en contra de ellos. Si cuando los llegan a detener, aunque sea por casualidad, los dejan escapar rápidamente. Si los agentes encargados del combate al secuestro no sólo son cómplices de los criminales, sino de plano ejercen de secuestradores.
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