Por Hasardevi
Daniel Barenboim, argentino-israelí, con nacionalidad palestina y co-fundador del proyecto cultural Diván Este-Oeste junto con el fallecido literato estadunidense-palestino Edward Said, se mostró consternado debido a la situación que se vive en Gaza y explicó en Berlín que los organizadores de las próximas actuaciones aludieron cuestiones de seguridad para no presentarse en el Cercano Oriente como se tenía previsto. La orquesta, compuesta por jóvenes músicos hebreos y árabes -palestinos, libaneses, sirios, jordanos, iraníes y egipcios-, debía presentarse en Egipto el día 10 y en Qatar el 12 de enero.
El prestigiado pianista, quien también posee pasaporte español, dijo: «aunque nos honra que nos llamen una orquesta para la paz, no lo somos», ya que, apuntó, la paz requiere «otras actuaciones» aparte de la música; «pero tal vez es un modelo» y agregó que «incluso durante la guerra nuestros miembros han querido reunirse y hacer música con sus llamados enemigos. Esto es un hecho».
La iniciativa con que se fundó “Diván Este-Oeste” -que celebraba con esta gira su décimo aniversario- busca mostrar que el arte trasciende conflictos. Barenboim puntualizó: «no somos una organización política, ni hemos abrigado nunca objetivos políticos»; y añadió que «como podrán ustedes imaginar, estamos profundamente afectados por lo sucedido en estos días (...) Si perdiera la esperanza no estaría aquí y no estaríamos tocando» (pero) «sí me desespera la escasez de miras de quienes piensan que hay una solución militar para este problema». La orquesta cuenta hoy con 120 músicos de toda la región, para encarar a través de la música «la ignorancia y la intolerancia» como fuentes de conflicto.
Profundamente interesado en la situación palestino-israelí, hace un llamado a las partes a entender que el conflicto no tiene salida militar, porque dijo: «No estamos ante un conflicto político, donde puedan arbitrarse soluciones militares... sino ante un conflicto humano, el de dos pueblos profundamente convencidos de tener derecho a vivir en esas tierras».
Carta abierta del director de orquesta Daniel Barenboim ante los bombardeos de Israel en Gaza
DANIEL BARENBOIM 31/12/2008
Sólo tengo tres deseos para el próximo año. El primero de ellos es que el Gobierno israelí se dé cuenta de una vez por todas de que el conflicto en Oriente Próximo no puede ser resuelto por la vía militar. El segundo es para que Hamás tenga presente que sus intereses no se imponen con la violencia, y que Israel está aquí para quedarse. El tercero es para que el mundo reconozca que este conflicto no tiene parangón en la Historia. Es complejo y delicado; es un conflicto humano entre dos pueblos profundamente convencidos de su derecho a vivir en el mismo y minúsculo pedazo de tierra. Es por esto que ninguna diplomacia o acción militar puede resolver este conflicto.
Los hechos de los días pasados me preocupan en exceso por muchos motivos humanos y políticos. Es evidente que Israel tiene el derecho a defenderse, que no puede y no debe tolerar los continuos ataques con misil en contra de sus ciudadanos, pero el incesante y brutal bombardeo del Ejército israelí en Gaza me ha despertado algunas interrogantes.
La primera pregunta es ¿tiene derecho el Gobierno israelí a culpar a todos los palestinos por las acciones de Hamás? ¿Debe ser culpable toda la población de Gaza por los pecados de un grupo terrorista? Nosotros los judíos, debemos saber y sentir más agudamente que otras poblaciones lo inaceptable e inhumano del asesinato de civiles inocentes. El Ejército israelí ha argumentado pobremente que la franja de Gaza está tan superpoblada que es imposible evitar la muerte de civiles durante los ataques.
La debilidad del argumento me lleva a formular nuevas preguntas: ¿Si la muerte de civiles es inevitable, cuál es el propósito del bombardeo? ¿Cuál es -si la hay- la lógica de la violencia y qué espera lograr Israel a través de ella? Si el objetivo de la ofensiva es destruir a Hamás, la pregunta más importante es si esto es una meta alcanzable. Si no, los bombardeos no son sólo crueles, bárbaros y reprensibles, sino también absurdos.
Si, por otro lado, es realmente posible destruir a Hamás con operaciones militares, ¿cómo imagina Israel la reacción en Gaza después de ello? Un millón y medio de residentes de la Franja no caerán de rodillas en reverencia ante el poderío del Ejército israelí. No debemos olvidar que antes de que los palestinos eligieran a Hamás, Israel los apoyaba en una táctica para debilitar a Arafat. La historia reciente de Israel me lleva a creer que si Hamás es bombardeado hasta su desaparición, otro grupo ocupará su sitio, una formación más radical, más violenta y más llena de odio hacia Israel.
Israel no puede permitirse una derrota militar por miedo a desaparecer del mapa, pero la Historia ha probado que toda victoria militar ha debilitado políticamente a Israel por la aparición de grupos radicales. No subestimo la dificultad de las decisiones que debe de tomar el Gobierno israelí a diario, ni subestimo la importancia de la seguridad de Israel. No obstante, me aferro a mi convicción de que el único plan viable para la seguridad de Israel es ganarse la aceptación de todos sus vecinos. Deseo que en 2009 regrese la inteligencia siempre atribuida a los judíos. Deseo el regreso de la sabiduría del rey Salomón para que aquellos que toman decisiones en Israel la usen para entender que los palestinos e israelíes tienen los mismos derechos humanos.
La violencia palestina atormenta a Israel y no sirve a su causa; la venganza militar de Israel es inhumana, inmoral y no garantiza su seguridad. Como he dicho anteriormente, los destinos de de los dos pueblos están relacionados inextricablemente, obligándoles a vivir lado a lado. Son ellos los que deciden si quieren hacer de esto una bendición o una maldición.