El despertar
José Agustín Ortiz Pinchetti
Ahí viene la cargada: empresarios de diversos volúmenes, líderes políticos de todos los colores, académicos (a punto de dar la cabriola), propietarios de sindicatos coinciden en cantar réquiem al neoliberalismo, aunque casi todos lo sirvieron y se sirvieron de él. Y tienen razón. La economía está estancada hace 28 años. La corrupción rompe récords, el crimen organizado pone en duda la gobernabilidad. La desigualdad tiene a 40 millones de mexicanos con dos dólares al día. La macroeconomía empieza a resquebrajarse.
La propuesta fanática de los neoliberales: dejar todo en manos del mercado, no era original ni sincera. El grupúsculo de neoconservadores educados en las universidades estadunidenses que se apoderó del mando al principio de los ochenta copió a detalle el esquema del país vecino, con altísimo costo para el pueblo de México, aceptando que habría destrucción temporal del bienestar para después entrar al primer mundo. Estos tecnócratas fueron unos falsarios: desmantelaron el Estado y sus empresas, pero no en favor del mercado, sino de los grupos de interés. No aprovecharon la bonanza petrolera ni el auge de Estados Unidos.
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