La negativa de las autoridades penitenciarias del estado de México para que integrantes de la Campaña Libertad y Justicia para Atenco visitaran ayer a presos políticos del penal de Molino de Flores, en Texcoco, constituye un hecho por demás ilustrativo del proceso de aislamiento que padecen los activistas atenquenses encarcelados tras las jornadas de violencia y barbarie policiaca que tuvieron lugar en la localidad mexiquense en mayo de 2006.
Es obligado recordar, por principio de cuentas, que los presos de Atenco son víctimas de un acto de represión y uso desmedido de la violencia por parte del Estado, que derivó, como han documentado diversos organismos defensores de derechos humanos, en homicidios, violaciones, golpizas, detenciones arbitrarias, incomunicaciones, allanamientos de morada y robo de pertenencias a manos de elementos policiacos estatales y federales. Los reclusos, la mayoría de los cuales se encuentra en el penal de Molino de Flores –Ignacio del Valle, Felipe Álvarez y Héctor Galindo purgan sus sentencias en la cárcel de máxima seguridad de Almoloya
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