Aída Hernández Castillo
Fue el valor y la lucidez que escuché en la voz de Gloria Arenas, ex comandanta guerrillera, luchadora social y presa política, detenida ilegalmente desde hace nueve años, lo que me llevó a cruzar las puertas del reclusorio femenil de Santa María Chiconautla, para conocerla personalmente y registrar su testimonio. Su análisis detallado sobre la continuidad histórica de los grupos de poder que, desde la llamada guerra sucia hasta nuestros días, han violado los derechos humanos de los movimientos sociales, nos llegó vía telefónica hasta el auditorio de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, como ponencia a una de las sesiones del Foro Académico Mujeres, Violencia e Impunidad. Las paredes del reclusorio no pudieron encarcelar su voz, que logró liberarse para denunciar, no las injusticias sufridas por ella y por su esposo, Jacobo Silva, sino por miles de presos políticos que en las últimas décadas han sido víctimas de los mismos grupos represivos que utilizan la retórica de la democracia y los derechos para criminalizar los movimientos sociales.
Leer Nota AQUI