MÉXICO, DF, 15 de mayo (apro).- El escándalo de la Operación Demente para desacreditar las acusaciones del expresidente Miguel de la Madrid pegó, exacto, en el centro del sistema político mexicano corrupto, impune y ajeno, en esencia, a la democracia.
La imposición de Carlos Salinas de Gortari en la Presidencia de la República, en 1988, en acuerdo con el PAN, marcó el inicio de una nueva etapa de degradación política del país. Los personajes de entonces son los mismos de ahora.
Salinas, Diego Fernández de Cevallos, Emilio Gamboa, Manlio Fabio Beltrones y los pragmáticos panistas con Felipe Calderón a la cabeza. No es casualidad que el padre de Calderón haya renunciado como consecuencia de los arreglos panistas impulsados por Fernández de Cevallos con el PRI.
De Salinas a Calderón lo que ha vivido México en materia política tiene que ver más con un pacto de las famiglias mafiosas que con cualquier desarrollo político del país.
En ese reparto, por razones propias y externas, la izquierda ha quedado relativamente marginada, pero ha participado de la distribución facciosa del poder.
La llegada del PAN a la Presidencia fue más un acuerdo de las elites políticas y económicas que consideraron que el régimen autoritario del PRI ya no se ajustaba para el nuevo siglo.
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