sábado, 20 de junio de 2009

DE FEDERICO ARREOLA

LOS COLUMNISTAS VENDIDOS Y EL GRAN PERIODISMO DE CARMEN ARISTEGUI

por Federico Arreola(publicado en sdpnoticias el 19 de junio de 2009)

Estoy de acuerdo con Carmen Aristegui: Tanto en su diagnóstico de lo mal que ha hecho las cosas el Tribunal Electoral, como en su percepción de que AMLO mostró un talante excedido que ha causado regocijo entre sus detractores.
Por si le interesa a Carmen y, también, para consumo de los lectores del SDP, explicaré las razones que, a mi juicio, llevaron a AMLO a elevar de más el tono de voz en el mitin de Iztapalapa.
Todo ese martes estuve con Andrés Manuel, como ya lo he contado. Necesitaba hablar con Andrés de otro tema. Para poder charlar, decidí acompañarlo, la mañana de ese día, a Pachuca. Traté mi asunto y, de manera natural, me enteré de los detalles del lío de Iztapalapa. Algo había yo leído en los diarios sobre eso, pero no le di la importancia que tenía porque, desde luego, regiomontano como soy, estaba mucho más interesado en la elección de gobernador de Nuevo León.
En el trayecto por carretera del Distrito Federal a Pachuca (con desayuno de barbacoa incluido en un restaurante ubicado a la orilla de la carretera) y en el retorno de Pachuca al Distrito Federal, hubo tiempo de sobra para que Andrés Manuel me diera una completa lección acerca de las singularidades de la política electoral en Iztapalapa.
Me confió que la tarde de ese martes, durante el mitin que él iba a encabezar en la plaza principal de la mencionada delegación, iba a tener que plantear una salida política (política, que quede claro) al problema causado por el Tribunal Electoral que había anulado, a la mala, la candidatura de la perredista Clara Brugada.
Entendí que AMLO había estado meditando sobre esa “salida política” desde que el Tribunal Electoral provocó el conflicto. Entendí también que en el juego de intereses y de negociaciones que suelen presentarse en esta clase de dificultades, no iba a resultar sencillo que los distintos protagonistas aceptarán la estrategia.

Como el asunto prometía emociones fuertes, le pedí a Andrés que me permitiera acompañarlo al mitin en Iztapalapa. Aceptó con gusto. Nos trasladamos juntos, en mi camioneta, del centro del Distrito Federal a Iztapalapa. El tráfico hizo que el trayecto durara alrededor de una hora. Hablamos de todo, hasta del problema generado por el Tribunal Electoral. Entendí, antes de llegar a Iztapalapa, que Andrés Manuel había tomado su decisión y que iba a intentar sacarla adelante. Antes de subir al vehículo alguien me dijo que había negociaciones entre Marcelo Ebrard y Jesús Ortega para resolver la crisis por la vía de un tercero en discordia. Supongo que tal acuerdo no se pudo concretar y que, por esa razón, Andrés Manuel tomó su decisión. No lo sé, no lo pregunté.
Para que la estrategia de AMLO funcionara, necesitaba la aprobación de Clara Brugada y del candidato del PT, Rafael Acosta, “Juanito”. Por fortuna, ambos, libremente, sin presiones, frente a muchas personas, se comprometieron a hacer posible el proyecto de Andrés Manuel. ¿Hay algo de ilegal en esto? Por supuesto que no.

¿Que Andrés gritó de más en su discurso? Sin duda. Para mi gusto, pudo haber gritado menos. Creo que se dejó llevar por el entusiasmo de la gente que le escuchaba. Gente que, además, tenía prisa por llegar a algo: era obvio que iba a llover y que si se venía el aguacero, como se vino media hora después de terminado el mitin, no iba a haber ninguna posibilidad de definir nada.
De hecho, Andrés pidió a la gente que meditara unos minutos antes de decidir. Pero la gente no quiso hacerlo. La gente se negó a que hubiera un receso. La gente tenía prisa. La gente estaba agraviada. La gente estaba enojada.
¿Es eso antidemocrático? Por supuesto que no.
¿Fue una improvisación que Andrés se sacó de la manga en el mitin de Iztapalapa? Me consta que no.
¿Que Andrés Manuel no debió haberle girado instrucciones a Marcelo Ebrard? Me consta que no lo hizo. Simplemente propuso que cuando “Juanito” renuncie Marcelo proponga al poder legislativo local que la sustituta sea Brugada.
¿Esto le quita autoridad a Marcelo? Ninguna.
¿Es Andrés un loco por diseñar estrategias políticas distintas? No, por supuesto que no.
¿Hizo el ridículo Andrés? No, por supuesto que no.
¿Puede funcionar el plan de AMLO para Iztapalapa? No será sencillo, pero puede funcionar. La mayor dificultad es cómo informar la estrategia a dos millones de personas que residen en Iztapalapa.
Cuando le pregunté a Andrés cómo iba a comunicar, en tan poco tiempo, algo tan complejo, me respondió: “Vamos a pedir a nuestros simpatizantes que nos ayuden a tocar puertas casa por casa... Pero la parte principal del trabajo la van a hacer todos esos periodistas que no nos quieren. Nos van a criticar tanto por lo que vamos a hacer, que van a terminar informando a toda la gente qué es lo que queremos. Cuando se nos echen encima para quedar bien con el gobierno, nos van a estar haciendo un favor”.

Dicho y hecho. Si el martes nadie sabía en Iztapalapa que hay que votar por Rafael Acosta, “Juanito”, del PT para hacer posible la victoria de Clara Brugada (por la que nadie debe votar, aunque aparezca en la boleta), este viernes, gracias a todos los columnistas y comentaristas que han aprovechado el incidente para insultar y calumniar a López Obrador, prácticamente no hay ningún iztapalapense que no sepa lo que se debe hacer.